Si se ponen un poco más cachondos en el Gobierno, la mañana del 17 de junio de 2018 se habría montado un desfile por el Puerto de Valencia para recibir a los 630 inmigrantes del Aquarius. Morsas, focas y pingüinos del Oceanográfic hubieran encabezado la parada, ondeando banderas multicolores bajo los acordes de la Banda de Lliria, que interpretaría un arreglo de Libertad sin ira. Las majorettes y las animadoras de los equipos de basket de la zona habrían ensayado una animada coreografía y detrás, en perfecta formación, cerraría el despliegue una nutrida representación de la abogacía y la política, animadores socioculturales y sociaculturalas, activistas de selfie con lágrima y abrazo Instagram y público en general que apoyó de corazón la llegada de personas con el sufrimiento en los ojos y la firme promesa en la mente de que España era distinta por fin, porque los papeles iban a estar ahí mismo, esperando la firma con los plumieres abiertos.

Cuando la luna esté en la séptima casa/y Júpiter se alinee con Marte/entonces la paz guiará los planetas/y el amor dirigirá las estrellas./ Este es el amanecer de la era de Acuario

2.300 personas protagonizaron el operativo 'Esperanza del Mediterráneo' que acogió a los supervivientes de un terrible naufragio en aguas libias. Tras ser rechazados por varios países, la España del recién estrenado Pedro Sánchez cursó la invitación del Gobierno valenciano.

Cascada de colores, promesas de regularización, agilización de trámites, acogida en casas, pan y trabajo en la nueva Europa del Sur. Faltaba Karina en lo alto del faro cantando En un mundo nuevo y feliz.

Dos años después, la realidad es bastarda y grosera. Tras el gol mediático del 18, las cifras del 20 son las que siguen: De las 629 personas que lograron desembarcar en Valencia, 376 solicitaron asilo. Sólo cuatro tienen el estatus de refugiado. Los que quedan en nuestro territorio, luchan cada seis meses por renovar la tarjeta roja. Así que cuando se acaba el trámite, los migrantes pierden el permiso de residencia, su derecho a ayudas y no pueden terminar la formación que algunos estaban realizando. Puta calle, vamos:

Armonía y comprensión/la simpatía y la confianza abundan./No más falsedades o burlas.

Ya lo cantaba The Fifth Dimension en 1969, cuando nacían flores en el pelo, había que dejar que brillara el sol a su aire y soñábamos con la paz en el mundo, como las mises venezolanas. El caso es que después de dos años, la mayoría de personas que sufrieron terribles situaciones personales y familiares no han sido acogidas como se les dijo. Por lo menos, Italia y Malta no fueron tan hipócritas y cerraron sus puertos.

Moses Von Kallon, uno de los supervivientes que preside la Asociación Aquarius Supervivientes 2018, ha denunciado el olvido que sufren, pero no se deja atrás la crítica, ya que entiende que fueron utilizados políticamente, para caer finalmente en el abandono.

Han pasado cincuenta años largos desde que se grabó Aquarius, una canción que hablaba de abrir el corazón. Queda la música, pero las palabras se las sigue llevando el viento.

Codazos cordiales.