No hay remedio. La realidad te da un cursillo, y tú sales otra vez con tu cantinela: bajar impuestos, bajar impuestos, bajar impuestos. El presidente de la Comunidad de Murcia no ha aprendido nada de la crisis sanitaria del coronavirus, y esto nos conduce a sus administrados a un verdadero estado de alarma, justo cuando decae el administrativamente proclamado. Bajar impuestos suena bien, si no fuera porque hasta el más despistado ha comprobado en este proceso que sin un sistema público fuerte, sostenido por las aportaciones de todos, la pandemia habría sido irreductible. Bajada de impuestos ¿hasta dónde? ¿Todavía quedan impuestos por rebajar? ¿Y por qué no los elimina todos de un plumazo si es que tan malos son?

Danas, bajada de impuestos; Mar Menor, bajada de impuestos; coronavirus, bajada de impuestos. Ahora bien, las perras que vengan del Estado, y que sea éste el que se arregle con el sistema impositivo. Allí estará Casado para reprochar a Sánchez que suba los impuestos que habrán de financiar a López Miras. A ver: si no hay impuestos, ¿cómo se paga la educación, la sanidad, la dependencia y los proyectos de desarrollo del Gobierno regional? Yo gasto y tú pagas. Como fórmula no es original, pero puede que cuele.

Otra vez ayer, en el discurso sobre el Estado de la Región, López Miras esgrimió la palabra libertad en la acepción de los manuales del doctrinarismo liberal. Parece que después de tantos años de Gobierno del PP, la Región de Murcia todavía fuera la Unión Soviética. López Miras nos trae por fin la libertad. ¿Y qué es para él la libertad? Que el individuo se las arregle, según vino a decir. Lo expuso de una manera algo porno, porque tras anunciar las líneas de apoyo público a las empresas y a los autónomos que se propone su Gobierno para sacar a la Región de la crisis, mencionó despectivamente el Ingreso Mínimo Vital, del que dijo que «no está mal» (al fin y al cabo, esa medida socialcomunista la apoyó su partido en el Congreso), pero añadió que él prefiere la iniciativa individual. O sea, apoyo con recursos de la Administración a los que tienen algo que ponerse, y a los pobres de solemnidad, que emprendan.

Véase la extraña combinación de liberalismo y estatalismo en una misma tacada: dinero público para las empresas y autónomos, y escepticismo gráfico sobre el valor del apoyo a las familias en situación de indigencia. El de López Miras es un liberalismo de ocasión: dinero público para la industria y la empresa, pero no para la asistencia a los sectores más desfavorecidos (en los que la Región es campeona nacional gracias a su política), pues éstos debieran ponerse las pilas por ellos mismos, aunque no tengan ni para pilas. En un mismo discurso el presidente proclama la libertad del individuo, es decir, que se las arregle cada cual como pueda, y a la vez, el apoyo financiero a los estamentos que lo sostienen electoralmente. ¿Dónde empieza la libertad al modo López Miras y dónde la economía de la subvención que también practica y de la que presume? ¿Es compatible una cosa y la otra? ¿Los programas de apoyo a las empresas del Info son liberales? Da la impresión de que por la mañana el presidente se levanta decidido a que la gente se busque la vida, y conforme cae la tarde está dispuesto a ponerse en socialdemócrata, pero esto siempre que venga financiado por el Gobierno central.

¿Gobierno central? Crucemos los dedos.

Todo el discurso de ayer, de principio a fin, constituyó una enmienda a la totalidad a cualquier actuación del Gobierno central. López Miras no acusaba al PSOE de practicar una política equivocada, sino de elaborarla expresamente contra la Región de Murcia, de manera intencionada. El Gobierno de España, según López Miras, no se equivoca, sino que acierta en su voluntad de atacar a los murcianos, que es lo que constituye su vocación. Pedro Sánchez es la madrastra que no nos quita el ojo de encima para procurar nuestra parálisis y nuestra ruina. Nos tiene manía. El Gobierno regional lo hace todo bien, incluso maravillosamente bien, pero hay algo con lo que tropieza sistemáticamente: el Gobierno central y, en la Región, con el PSOE, que todo lo torpedea. Porque son malignos. No hay otra explicación. ¿Quién sabe lo que estarán tramando Bill Gates, Soros y el PSOE contra la Región de Murcia?

Este punto de caricatura desvela la inconsistencia del discurso de López Miras. No se entiende que el Gobierno central pretenda recuperar la economía nacional aplastando las economías territoriales, pues es la suma de éstas la que levantará al país y, en consecuencia, la imagen de su Gobierno. No hay lógica en la recurrencia al 'enemigo exterior', salvo la de justificar la propia incompetencia.

La justificación del mal en el Otro vino ayer combinada con la exaltación en la gestión propia sobre el coronavirus, del que la Región de Murcia poco menos que es ejemplo para el mundo, aunque ahí López Miras se mostró poco generoso con su amigo y compañero de partido, el presidente de la Diputación de Almería, provincia en que la pandemia ha tenido una incidencia similar a la de Murcia, tal vez por la razón de fondo que ya advirtió la portavoz del Gobierno regional, de la que la obligaron a desdecirse a pesar de que transmitió una reflexión muy seria sobre que la limitación de las infraestructuras de comunicación nos aisló de la ola de contagio.

Todo el discurso de ayer, pura contradicción: dijo que el coronavirus ha trastocado el discurrir de la economía regional y, sin embargo, aprobó los presupuestos convencionales que no contemplaban los efectos de la pandemia; se tituló el presidente del diálogo a la vez que reivindicaba su política de cambiar las leyes por decreto. Y así.

Lo más penoso de todo es que el presidente tuvo ayer la oportunidad de regenerar su discurso, y lo vimos encerrado en sus viejas cantinelas, incluso acentuadas, como quien no ha aprendido nada. Es lo que se ve. No hay más.