Fulgencio Martínez (Murcia, 1960) ha dado a conocer, tras una larga trayectoria de escritor y después de cinco años de silencio, un nuevo libro de poesía, titulado Línea de cumbres, que ha publicado en Madrid la editorial Adarve, en su colección Verso y Color. Despliega en este poemario una experiencia nueva al reunir en él composiciones de fechas tan alejadas que van desde 1978 a 2019, más de cuarenta años de maduración de una trayectoria poética distinguida por la profundidad de la inspiración y por la riqueza expresiva, puestas ya de manifiesto en entregas poéticas anteriores. Aunque no es menos cierto que la mayor parte de los poemas pertenece a la última década.

Plantea Fulgencio Martínez, en unas desnudas palabras iniciales, el significado y el sentido de su poesía en este libro, y revela que muestran algo que estos poemas tuvieron en su génesis y acaso manifiestan aún: dolor personal, experiencia del gozo, alegría, amor, desamor€ De hecho, al identificar los poemas y vincularlos a fechas concretas, todo el libro se reviste de pasión existencial y su palabra poética se pone al servicio de la constatación de realidades que se recuperan, se hacen presentes y se eternizan. Parte el libro de una apasionante sección que denomina fragmentos de poética, para advertir con certeza cuál es el papel del poeta en este mundo y cuáles son las reglas que ha de seguir para llegar indemne a su lector.

Propósitos concretos y declarados para mostrar ante todo coherencia y para afirmar el valor de su palabra, de manera que se convierte en el intermediario entre él y los otros. Así podremos afirmar la vigencia de su propia voz que tanto defiende porque le otorga poderes.

La experiencia de unir poemas muy recientes con otros de 1978, casi de adolescencia, ofrece resultados sorprendentes y demuestra, desde luego, que, a pesar del paso del tiempo, la poética de Fulgencio Martínez sigue vigente y pujante como al principio. Porque existencia y mundo confluyen en su palabra poética para mostrar la autenticidad de una reflexión que lo manifiesta como poeta reflexivo y atento al mundo, rodeado de experiencia y mitos, que son revividos en las viejas historias ante las amenazas del presente, que ya se hicieron visibles hace muchos años en su poesía.

Por eso en estos poemas se habla de recuperación y se habla de nostalgia, y se retienen soledades y pasiones que fueron existencia. Por eso algunos poemas reviven grandes mitos y se amparan en historias legendarias para sobrevivir en el presente. Y, por eso, desde luego, el libro recorre, desde el presente al pasado, los hitos vitales de un poeta que quiere entregar a su lector experiencias que han sobrevivido al tiempo por virtud de la eternidad de su propia palabra poética.

Aunque la serenidad y el tono reflexivo presiden todos los poemas de esta larga andadura lírica, no está ausente el poeta rebelde que lleva dentro desde siempre Fulgencio Martínez, y que es posible advertir en la temperatura psicológica de muchas de estas composiciones. Es el sujeto lírico que pregunta, que indaga paradojas, perplejidades, dudas. Es el poeta que no comprende realidades y que quiere ante todo claridad, como la que muy bien consiguen los poemas agavillados en este libro caminando, a través, de sus imágenes, del hoy al ayer que tan eficazmente lírico ha resultado.

Por todo ello no es de extrañar que Fulgencio Martínez haya asegurado en las páginas en prosa iniciales que «este libro rebosa fe y gozo por el don de la palabra, aunque es, a su finalización, el libro de un huérfano, de un tiempo de parálisis, de caída, y solo de una posibilidad de volver al sentido del escribir como una forma de agradecer».

Singularmente, la posibilidad de hacer confluir en un mismo libro a un poeta que ha evolucionado desde la adolescencia a una rica madurez, conforma una cierta particularidad que le da a este poemario la condición de obra indagatoria de la propia identidad a través del tiempo, a través de los años y las etapas, hasta llegar a este fruto bien granado que es Línea de cumbres. Porque, desde luego, no falta aquí algo que es consustancial a la poesía de Fulgencio Martínez al seguir el vigente principio del filósofo clásico, «nosce te ipsum», conócete a ti mismo para conocer a los demás.

Y en esa búsqueda de sí mismo entra desde luego en los espacios metapoéticos que el libro contiene, en los que el poeta examina su trabajo con la palabra para crear la poesía, e indaga sobre la finalidad de esa actividad para otorgar a la propia palabra poétrica la condición de testigo de la verdad.