Pocos días antes de que la pandemia del coronavirus sacudiera el mundo entero, se estaban produciendo un sinfín de protestas, manifestaciones o concentraciones en torno a los precios en la agricultura. Entonces ya era innegable para muchos la importancia de este sector, pero sin duda ha hecho falta una crisis sanitaria de esta envergadura para que muchos tomen consciencia de su gran valor.

Y es que a diferencia de otros sectores, el agrario no se puede permitir paralizar su actividad en periodos como este, sino todo lo contrario. En estos días, se ha producido un pico de demanda sin precedentes en el ámbito agroalimentario superior al 135%. Ante esta situación, los agricultores han sido capaces de dar una rápida respuesta, y tras doblar sus turnos e introducir cambios en su sistema habitual de trabajo para servir sin incidencias los productos agroalimentarios a la distribución, han sido capaces de asegurar el abastecimiento de todo nuestro país. Esto no hace más que recalcar que la agricultura es un activo clave en esta crisis.

Hay que recordar que el 33% de la superficie de España corresponde a tierras de cultivo, lo que nos convierte en el segundo país con más producción agrícola de Europa. Y lo que se hace en el campo, lo hacemos bien, ya que somos uno de los sectores agroalimentarios de mayor reputación. Un sector, el agroalimentario que representa un 9% del PIB en Europa y un 11% en España y que además, concentra entre un 10% y 15% del empleo dependiendo de los países.

La agricultura constituye un sector clave para nuestra economía y en los próximos años deberá enfrentarse a un importante desafío: un mercado global bajo un marco normativo europeo complejo que exigirá aumentar la productividad y competitividad de manera sostenible, respondiendo a las demandas de una sociedad preocupada por el cambio climático y la escasez de recursos naturales.

En este sentido, el sector agroalimentario español es uno de los más innovadores y sostenibles del mundo, ya que un 63% de las empresas realizan de manera constante actividades de I+D+i. Actualmente, España es el segundo país del mundo en uso de riego por goteo, sólo por detrás de Israel. Fomentar la agricultura de precisión, la biotecnología o la agricultura de conservación permitirá aumentar la productividad de alimentos seguros y optimizará la competitividad de la agroeconomía española. Todo esto permitirá al sector agrario de una manera responsable, avanzando hacia una economía de innovadora y circular.

Por otro lado, el constante interés por reducir el impacto de la agricultura en el medioambiente unido a la constante innovación tecnológica, ha llevado a que se haya producido en los últimos años un incremento exponencial de la agricultura ecológica. Así, España se ha convertido en los últimos diez años en el país con más extensión de cultivos ecológicos de Europa (más de dos millones de hectáreas).

Tiempo después del comienzo de la crisis, queda claro que los hábitos de consumo han cambiado. Los consumidores han elevado sus niveles de exigencia con respecto a la calidad y seguridad alimentaria. Y es que la protección de la salud de los consumidores es un objetivo básico fundamental que se está persiguiendo en todo el sector.

Ahora más que nunca se pone de manifiesto la apuesta del sector agroalimentario por la Marca España, impulsando la promoción y comercialización de productos nacionales con calidad diferenciada poniendo en valor el trabajo de los agricultores y destacando el origen de los alimentos.

No cabe duda de que la agricultura antes la difícil situación provocada por el coronavirus ha salido reforzada ante la sociedad y el Gobierno, y se ha mostrado como una actividad estratégica que debe seguir siendo el motor socioeconómico de nuestro país y de empleo, como salida a las tasas de paro del 20% que anuncia el Fondo Monetario Internacional que alcanzaremos en los próximos meses.