Santiago Delgado (Murcia, 1949) acaba de publicar en la Biblioteca Murciana de Bolsillo de la Real Academia Alfonso X el Sabio un precioso libro titulado Andando con el río (Del Molino del Amor a la Acequia de Benetúcer). Recoge en sus páginas, a través de 45 breves capítulos, una detenida excursión por la Murcia más profunda, caminando junto a las orillas del río Segura, atravesando la ciudad desde la huerta y regresando otra vez a la huerta de Oeste a Este. Son 45 paradas para reflexionar y saber cosas de 45 espacios que surgen en las riberas del Táder tanto en la huerta como, sobre todo, en la ciudad. Paradas obligadas de la excursión para conocer datos en torno al paraje, noticias históricas sobre los edificios que lindan con el río, pormenores sobre los puentes, y sobre todo crónicas de Murcia a través de aquellos elementos que forman parte de la memoria urbana y rural de la Murcia cercana al río.

No es extraño que Santiago Delgado haya compuesto esta interesante colección de historias en torno al río, porque el Segura forma parte de su universo literario desde hace muchos años, y en su imaginario de narrador ha estado presente en creaciones literarias de referencia. Sin ir más lejos, su novela La isla de las ratas (1984), evocadora emocionada de años de adolescencia y juventud vividos como alumnos del lindero Instituto Alfonso X el Sabio cuando aún se alojaba en el edificio San Isidoro, junto al río. El mismo Delgado recupera textos en este libro de aquella novela, adecuados al paraje que recorre en ese momento con su lector.

Como es de recordar también su cuento Los hombres rojos, que partiendo de un comentario del profesor Mariano Baquero Goyanes recordando el momento en que llegó a Murcia, en 1950, y se sorprendió al descubrir a los molineros del pimentón por el centro de la ciudad en bicicleta coloreados de rojo por el producto que molían, y que Santiago Delgado inmortalizó en un cuento dedicado al maestro del relato breve Francisco Alemán Sainz y publicado en la revista universitaria Monteagudo en homenaje al eximio escritor murciano. Aquellos hombres rojos, pimentoneros, vuelven a tomar su vida literaria en este libro de Santiago Delgado en su peregrinar junto al río recorriendo la huerta y la ciudad.

Murcia, en efecto, debe mucho a Santiago Delgado porque con frecuencia ha recalado en su historia, en sus leyendas y en sus costumbres y las ha hecho entrar en su obra literaria, lo mismo que ha llevado a cabo con personajes insignes de nuestra historia. Sus contribuciones al conocimiento y a la difusión de murcianos insignes y universales como Salzillo, Floridablanca o Saavedra Fajardo son impagables, como los son otros muchos trabajos histórico-literarios que tienen como protagonista a Murcia, a la ciudad y a la región.

En este Andando con el río hallamos al Santiago Delgado más ameno, que es justamente el autor avezado y experto en la crónica de viajes, que despliega ampliamente su capacidad de evocar un lugar incardinándolo en su historia y revitalizándolo con los personajes que protagonizaron su significado y la valoración que merece actualmente. Porque la crónica de viajes no tiene por qué ser traída de lugares remotos, lejanos o pintorescos; la crónica de viajes puede ser también la crónica para participar de un lugar cercano y convertir así el viaje en un paseo, andando, como se indica muy bien en el título del libro. Andando y contando las historias de cada lugar y de cada paraje, con sus leyendas, con sus datos históricos, con sus evocaciones emocionales, en las que mucho tienen que ver las propias andanzas del adolescente murciano, que jugaba en la calle, y vivía estos parajes como si de su patio de recreo se tratase. Ese personaje es que le otorga a estas crónicas su tono de autenticidad y de realismo que las convierte en ejemplares en todos los sentidos. Amenidad y buen gusto combinados con la pasión por ver y por revivir que inspira al escritor y consigue trasmitir al lector sus emociones ante un determinado paraje o lugar.

Ha hecho muy bien Santiago Delgado en componer este libro y la Real Academia en publicarlo recuperando una vez más su clásica Biblioteca Murciana de Bolsillo que tantas amenidades ha procurado a los lectores murcianos en los últimos años desde su brevedad pero también, como sucede con este libro, desde su riqueza y seriedad histórica y documental. Porque lo que Santiago Delgado consigue una vez más es, siguiendo el clásico principio horaciano, deleitar aprovechado, datos históricos y recreo lúdico, todo a la vez.