38 años cumple el viejo y cansado Estatuto de Autonomía, y él tampoco se libra de la crisis de los cuarenta.

El año pasado, un puñado de diputados se empeñaron en transformarlo, le añadieron nuevos modos, le propusieron cambiarle la memoria y ampliarle su tarjeta gráfica. Había llegado el momento de ponerle un nuevo procesador, pero sobre todo, quisieron actualizar sus programas, instalándole la nueva versión E.A. 20.0 - XXI.

No eran programadores de Apple, ni estudiaron en Harvard; eran de aquí, sus padrinos fueron Joaquín Martínez, Miguel Sánchez, Víctor Martínez y Oscar Urralburu, un grupo de personas que entendieron que con el actual Estatuto de Autonomía no podemos llegar ya muy lejos.

De aquel impulso y de aquel sueño los despertó el pasado más oscuro de este país. De pronto, Vox apareció en la escena para volver al siglo XX, exigiendo que se paralizara cualquier atisbo de progreso y que las cosas deberían volver a ser como Dios manda.

Lo que en un principio sonó a bolas de alcanfor y palio, a rabieta y nostalgia, se convirtió en un peligroso compañero de viaje, tanto que nadie duda de que parte del Gobierno regional pende de un solo voto, y el Partido Popular ha demostrado ya muchas veces que no pestañeará ni un segundo si Vox y sus empresarios influyentes exigen que no se pulse 'enter' y la actualización del Estatuto de Autonomía se ponga en marcha.

Pero como en toda historia que merece ser contada podría haber un final feliz o trágico, dependerá de seis diputados naranjas, de ellos y ellas dependerá si seguimos anclados al pasado o ponemos nuestra norma principal en tiempo y hora.

De momento, y aunque la ilusión es lo último que se pierde, las mujeres y hombres naranja han decepcionado a demasiada gente; por eso, alguien debería llamar a su CEO, Inés Arrimadas para que les exija que sean ellos quienes pulsen 'enter' de una puñetera vez.

Hay gente con cuarenta años que sigue empeñada en no cambiar, en seguir manteniendo sus costumbres y sus horarios, sus penas y resignaciones, sus privilegios y sus mentiras; es la misma gente que no quiere soltar el mango de la sartén de nuestras vidas.

Ojalá Ciudadanos, de una vez, madure y haga lo que prometió: cambiar la política y llevarnos al progreso. Por lo pronto, se 'acuesta' con el pasado, y eso no es buena señal.