Por la Naturaleza. Este es el lema oficial que ha elegido Naciones Unidas para celebrar hoy, 5 de junio, el Día Mundial del Medio Ambiente de 2020.

Este año, el Día Mundial cobra una importancia y un sentido especial. La crisis del coronavirus ha dejado bien clara la relevancia de recobrar la cordura en cuanto a nuestra relación con el entorno, y en particular, ha mostrado cómo de vital es preservar la biodiversidad del planeta, porque cuando se destruye la biodiversidad se destruye el sistema que sustenta la propia vida humana. Los científicos ya tienen muy clara la relación inextricable que hay entre los humanos y las redes de la vida, y comienzan a comprender los efectos que sobre el bienestar y la salud humana genera el maltrato a los ecosistemas y a las especies que los habitan.

Esta fecha, el 5 de junio, tiene para los ciudadanos preocupados por el entorno una gran significación. Se conmemora que tal día como hoy de hace ya la friolera de 48 años se inauguró en Estocolmo la primera conferencia mundial de las Naciones Unidas sobre un tema que en aquel momento aún era incipiente. Veinte años más tarde, en 1992, también un 5 de junio registró la inauguración de La Cumbre de la Tierra, una importantísima cita mundial de Gobiernos y Organizaciones No Gubernamentales que tuvo lugar en Río de Janeiro en lo que oficialmente se denominó Conferencia de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Desarrollo.

Estos hitos y fechas, sobre todo la trascendente de Río de Janeiro, sirvieron para que comenzara a cambiar el rumbo suicida de la política ambiental del planeta, aunque todavía de forma muy lenta e insuficiente. Desde aquellos momentos quedó santificado para el resto del futuro el concepto de 'desarrollo sostenible', una idea que utilizan ahora sin descanso ciudadanos, políticos y programas de todo el mundo, aunque a veces formulada de forma demagógica.

Desde aquel entonces el camino hacia la sensatez y la prudencia en materia ambiental está siendo tortuoso pero imparable. Alejado aún de los resultados que se persiguen, pero avanzando claramente en el terreno de las conciencias e, incluso, en el de algunas políticas que, aunque todavía están sin resolver, ya tienen al menos el acuerdo global sobre su urgencia, como las del cambio climático.

Y aunque quizás estemos ya un poco cansados de días mundiales para tantas cosas, este del 5 de junio sí que parece ser una jornada estratégica e ineludible destinada a ser usada como un nuevo toque de atención sobre los problemas ambientales, desde los más generales a los más locales, ya que todos participan por igual de la misma proyección hacia el mañana sensato que todos deseamos.

La pandemia de Covid-19 nos presenta además un escenario de futuro que evidencia que, o reorientamos ya la manera de relacionarnos e impactar en la naturaleza, o nada detendrá esta cuesta suicida en que se ha convertido el desarrollo humano.