Hemos de reconocer, que el consejero de Salud del Gobierno de la Región de Murcia está sabiendo gestionar la pandemia. Incluso supo actuar con rapidez, en relación con las residencias de mayores, tras aquellos comienzos en los que la cifra de fallecidos por coronavirus, en la residencia Caser, en Santo Ángel, alcanzaba ya la cifra de ocho, se registraban cuatro en la residencia Sergesa, en Santomera, y tres en la de Orpea, en Cartagena. En aquel momento, el responsable de sanidad de la Región ya mostró su firmeza al declarar: «Todas las residencias son sospechosas, entre comillas, y vamos a intervenir en todas», con lo que aquello significaba de actuación en el conjunto, y no solo en aquellas en las que se conocieron casos positivos de coronavirus, tomando la acertada decisión de cerrar dichas residencias a la visita de los familiares, aunque esto le ocasionara algunas críticas de entre aquellos que piensan que los Gobiernos hacen todo lo que pueden por fastidiarlos.

Ningún Gobierno actúa así, se pueden equivocar o no, pueden gestionar con mayor o menor acierto, pero no se decide impedir las visitas de los familiares de los ancianos aislados por capricho. Como tampoco el Gobierno de España declaró, y ha prorrogado varias veces el estado de alarma, por un capricho de su presidente.

No, los Gobiernos, del signo que sean, no maquinan diariamente la forma de cómo fastidiar al personal. Más que nada porque no es algo que les convenga, porque no son decisiones que les produzcan rentabilidad electoral; antes al contrario, erosionan su imagen, sobre todo cuando hay una oposición muy poco dispuesta a ayudar para que los problemas del país se solucionen.

Por cierto, esa obsesión que López Miras tiene con el Gobierno de España (nada de lo que éste hace merece la aprobación del presidente murciano) le lleva muchas veces al exceso verbal, pongamos por caso el pasado lunes, cuando le decía a Ángels Barceló, en relación con la prórroga de la declaración de estado de alarma, que «se está convirtiendo en una forma de llevar el poder absolutísimo, que nunca antes había tenido un presidente, más que en una herramienta para controlar el virus». Al parecer, nuestro presidente ignora que se están produciendo rebrotes del virus en distintos lugares de España, entre los que se encuentran Totana y Archena, felizmente controlados.

Así es que hemos de reconocer que las cosas se están haciendo razonablemente bien aquí. Pero admitiendo que se va por buen camino, sería conveniente, ahora que se está en la llamada desescalada, que se extremasen las precauciones porque, al contrario de lo que dice el presidente López Miras («si vuelve el virus, estaremos preparados»), el virus está aquí, el virus no se ha ido, aunque haya mitigado su furor, y que un dirigente, con la máxima responsabilidad política, diga esto, es un tanto peligroso porque hay gente que lee y oye las declaraciones de los políticos, y tienden a creer lo que éstos les dicen, ya que les suponen más informados, así es que una mayor prudencia a la hora de hacer declaraciones no vendría mal.

Eso del «si vuelve el virus, estaremos preparados», lo ha dicho en el contexto de unas declaraciones en las que ha anunciado que se ha decidido la compra de cien millones de unidades de material de protección sanitario ante un posible rebrote tras el verano, lo que nos parece muy bien, pero lo que no tiene mucho sentido es que se prevea para el futuro, y que se olvide el presente que ha producido la dimisión de los doce coordinadores médicos de los centros de salud de Atención Primaria del Área VII de salud, de la que es hospital de referencia el Reina Sofía, ante la falta de recursos para desarrollar su trabajo en las mejores condiciones, en la fase de desescalada, tras la pandemia del coronavirus.

Está bien prever el futuro, pero el coronavirus continua aquí.