Vamos que nos vamos. El final del túnel ya se ve. Sigamos esa luz, que en contra de lo que habitualmente se piensa, no es para acabar en el Cielo, sino para al menos acabar con esta pesadilla. Hasta el presidente del Gobierno (aunque me fio poco), pero también el doctor de la voz quebrada (me fio un poco más) y el ministro de Sanidad (casi me fío ya), lo han dicho. Vamos a tocar fondo en la debacle, por lo que poco a poco saldremos a la calle sin miedo y recobraremos algunos de nuestros derechos individuales confinados, como 2000 fallecidos. Pero, ojo que para otoño vuelve el virus, pues solo se va de veraneo porque el calor no lo soporta y en cuanto estemos confiados nuevamente nos llevará a casa a resguardarnos, a cerrar negocios, actividades lúdicas y a medio paralizar la Administración. Pero mientras eso no suceda, y ojalá que no suceda, vamos a disfrutar de esta tregua que nos ha brindado.

Por lo que es hora de hacer balance positivo y negativo. Si les parece empezaré por lo negativo. Partiendo de la ignorancia de si el Gobierno sabía o no desde hace mucho tiempo, sin tomar medidas oportunas, la existencia y gravedad de la pandemia, que no está probado. Lo que sí lo está es que no han estado hábiles ni prestos para suministrar los medios precisos a nuestros sanitarios para luchar contra el virus. Mascarillas, gafas, trajes o guantes han brillado por su ausencia e insuficiencia. Sin olvidar la necesidad de más respiradores para los enfermos. De ahí que los sindicatos médicos hayan tenido que acudir a la Justicia para obligar al Gobierno a que les suministre esos materiales de protección. Y resulta que la respuesta ha sido dispar tanto en el Tribunal Supremo como en los Tribunales Superiores de Justicia. Aquél al principio dijo que no, porque el Gobierno estaba habiendo lo posible para que se les suministrara material a los sanitarios. Después ese mismo Tribunal (Sala Tercera) accedió a la petición y requirió al Gobierno a que lo suministrara y que le informara cada quince días.

El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, desde un primer momento aceptó la petición de los médicos. El TSJ de Andalucía, por el contrario, lo denegó. Y nosotros lo hemos denegado, con voto particular en contra del que suscribe, que sostuve la necesidad de requerir a nuestra consejería de Salud y al Servicio Murciano de Salud para que protegiera de forma suficiente y eficiente a nuestros sanitarios.

Ha habido, pues, posturas en todo sentido, pero supongo que estaremos todos de acuerdo en que no es de recibo que se compren por el Gobierno de la nación materiales para nuestros sanitarios. Y o bien queden retenidos en Turquía por ejemplo. O lo que es ya imperdonable, se los vendan defectuosos, hasta por dos veces. Infectándose por ello alguno de nuestros sanitarios. Y no dimita nadie. Si lo mandan al mercado a comprar gambas les trae solomillo. Solo es superado este aspecto negativo por el tristísimo número de personas fallecidas.

Y para cerrar el círculo de lo negativo, los vaivenes del Gobierno y la cantidad de normas legisladas por un poder, el Ejecutivo, y no el Legislativo, como es lo normal en un Estado de Derecho, también cuentan.

Y ¿saben cual ha sido o está siendo, en mi opinión, lo positivo de la pandemia? Por una parte, el comportamiento del ciudadano español, responsable, solidario y obediente. Y, por otra parte, la actitud de la Policía Nacional y las locales y la Guardia Civil, que a pesar de no recibir instrucciones claras y precisas, han usado el sentido común, la equidad y la mano izquierda para multar solo a aquellos que han sido unos cafres y se han pasado por el forro de su insolidaridad los decretos del Gobierno y los requerimientos de los agentes de la autoridad.

¡Bravo por ellos!