Todo parece indicar que el turismo rural y de naturaleza está entre las actividades económicas que mejor van a reaccionar en la crisis post-Covid 19. El espaciamiento, la pequeña escala, los pequeños grupos y el uso primordial del aire libre, son las razones que ya están pesando en el ánimo de los clientes en el momento de elegir su destino o seleccionar su forma de vacaciones.

En nuestra región, aunque todavía algo a trasmano de los lugares de turismo de interior más emblemáticos de España, los destinos rurales tienen una calidad y un encanto que sorprenden a todos los que nos visitan. El Noroeste murciano, las Tierras Altas de Lorca, el entorno de Sierra Espuña, el Altiplano o el Valle de Ricote son lugares que tienen poco que envidiar a los destinos más clásicos de turismo rural español. El valor natural, la calidad de los paisajes, la autenticidad y el entorno cultural, etnográfico y de las tradiciones de nuestros destinos, están a la mano de todos los que quieran conocer la sorprendente Murcia de interior.

Por eso es ahora el momento justo para apoyar y desarrollar de todas las formas posibles un subsector turístico que no termina de consolidarse a pesar de los emprendedores y los grandes avances de las últimas décadas. Apoyar el turismo rural significa en nuestra región apoyar además el futuro de amplias zonas alejadas de los mercados más dinámicos, con producción subvencionada o escasamente rentable, situadas en zonas marginales o de escasa accesibilidad, y con población relativamente envejecida. Ante esta realidad, el turismo rural, sin ser ninguna panacea, puede funcionar como un interesante factor de desarrollo sostenible que aproveche los recursos naturales del propio territorio.

Sin duda el turismo rural y de naturaleza tiene en nuestra región un reto de futuro trascendente. Nuestros competidores, sobre todo Andalucía, son fuertes y están muy bien posicionados. Sin embargo nosotros tenemos una escala de las cosas y de los territorios que debemos saber aprovechar para que con más gestión, más promoción y más comercialización podamos hacer de esta orientación turística un sector más fuerte y más asentado.

También lo es apostar por la diversificación de la política de turismo. El turismo rural de interior y ecológico es una interesante alternativa para zonas que combinan necesidades de desarrollo sostenible con un medio ambiente aún relativamente conservado. El nuevo turista, el que hace uso de los incipientes servicios e instalaciones que surgen en nuestra Región, pretende vivir de una forma distinta el placer del viaje y el reposo, busca autenticidad y calidad ambiental, seguridad sanitaria, tranquilidad, gastronomía y también (y esto es tan importante como estratégico) paisajes conservados idóneos para el sosiego o la aventura.

Frente a la crisis, además de promocionar con inteligencia un sol que, efectivamente, vive entre nosotros durante buena parte del año, cabe la potenciación del turismo rural, de naturaleza y ecológico como fórmulas de turismo inteligente con un amplio margen de recorrido para nuestra tierra.