Un término que no alude precisamente a aquella marca 'premium' de brandy de las bodegas González Byas que desde finales de los 40 se disputaba el mercado de los destilados del vino de Jerez con Osborne. Me refiero a la forma de adjetivar dos asuntos de actualidad.

Miedo Insuperable. Causa eximente de responsabilidad penal para un sujeto que perpetra un delito llevado por una amenaza real, seria e inminente. Trasladado al ámbito político, sería la única interpretación que podría darse, para nada convincente, de lo acontecido la pasada semana cuando, después de salvar la prórroga del Estado de Alarma en el Congreso con los votos del PNV y de Ciudadanos, nos enteramos de un pacto oculto entre PSOE, Unidas Podemos y los herederos políticos de los jaleadores de ETA: EH-Bildu.

Resulta que los de Sánchez e Iglesias habían cerrado en Madrid con esa formación radical vasca más prebendas para el País Vasco y Navarra y el fin urgente e íntegro de la reforma laboral de Rajoy. El mismo día en el que los de Otegui no condenaban las pintadas llamando asesina a la secretaria general socialista, Idoia Mendía, en la puerta de su casa de Bilbao. Tampoco los ataques a Casas del Pueblo, batzokis del PNV y locales de Podemos.

No sirve argumentar que se pactó con esa clase de gente por el temor a perder la votación y abocar a España a un abismo por la ausencia de un Estado de Alarma con el que controlar la pandemia. No, cuando se hace con un partido incapaz de amparar a tus militantes frente al acoso y la extorsión emocional de los violentos.

Degradación Insuperable. Degradación Insuperable. La que viene sufriendo el Mar Menor mientras las Administraciones públicas siguen acusándose mutuamente de ser los responsables de la misma.

El último ejemplo, cuando el ayuntamiento de Cartagena requería a los Gobiernos regional y central que aclaren sus competencias en materia de limpieza de costas dentro del galimatías de lagunas legales y superposición de jurisdicciones de unos, otros y aquellos. Hasta que no exista un órgano superior, comisionado o como se quiera llamar, que asuma los poderes absolutos y completos sobre la vida de esta paraje natural, se está abocado al fracaso.

Mientras, los vecinos asisten atónitos a un comienzo de temporada de playas y aguas que no necesitarán del coronavirus para espantar a quienes pensaban venir y, con su presencia, colaborar en la salvación de un turismo amenazado de muerte en los municipios marmenorenses.