Si todo esto no hubiera pasado tendríamos una idea más vaga de nuestra comunidad. No habríamos conocido a nuestros vecinos, para bien y para mal. No sabríamos quién prefiere el odio y la cacerola al aplauso y el reconocimiento. No habríamos descubierto a quién le va el reggaeton mañanero, ni quién es amable, educado y mira por los demás. El chico del segundo y la recién divorciada del tercero no se habrían enamorado nunca. Muchas parejas no se habrían roto. Y millones de personas sin pareja no habrían tenido que pasar tres meses sin vida sexual. Si bien algunos matrimonios habrían seguido sin tenerla. Nunca habríamos comprobado que, algunos mejor otros peor, sin fútbol se puede vivir. Aunque hubiéramos lamentado con el mismo cariño unos y otros la muerte de Michael Robinson.

Si no hubiera pasado todo esto muchos nunca habrían sido conscientes de lo importante que es en nuestras vidas el cine, la música, la literatura; el arte y los artistas. Aunque algunos seguirán empeñados en quitarles importancia. No habríamos descubierto los clubs de lectura o los cineclubs con amigos de toda España. No habríamos vivido el placer de la poesía bien recitada. O no habríamos extrañado tanto ir al cine, que es algo bien distinto a ponerse delante de una pantalla a seleccionar contenidos. No se habrían compuesto algunas canciones memorables, aunque se habrían compuesto otras muchas para olvidar. Y habríamos recordado con la misma tristeza que Al alba o Pasaba por aquí forman parte de nuestra educación sentimental, porque habríamos tenido que despedir igualmente a Luis Eduardo Aute.

También habría muerto Julio Anguita, con el mismo respeto y la misma admiración de todo un país, porque fue de los pocos políticos que hizo política de verdad. Mientras que el resto seguiríamos sufriendo todas las políticas de la mentira. Capítulo tropecientos de la telenovela catalana, penúltima temporada: el Gobierno central y Catalunya seguirían intentando negociar, y Pablo Casado y Santiago Abascal seguirían intentado evitarlo. Los bulos seguirían estando dirigidos en su inmensa mayoría contra trabajadores inmigrantes, contra niños extranjeros sin familia (léase: menas) o contra mujeres y hombres que luchan por la igualdad (léase: feministas).

Si todo esto no hubiera ocurrido muchos seguirían pensando que la privatización de la sanidad es una buena idea, y algunos aún lo hacen. Se habría subido otro poco el Sueldo Mínimo Interprofesional, y las pensiones. España habría crecido un 1,6%, lo mismo que habría crecido el Producto Interior Bruto, aunque estaríamos pasando por un frenazo en el empleo, que quedaría estancado en el 12%, y se estarían creando 150.000 puestos de trabajo menos que el año pasado. Porque si todo esto no hubiera pasado, aún estaríamos intentando recuperarnos de la crisis de 2008.

Si no hubiera ocurrido todo esto, el Reino Unido también habría salido de la Unión Europea, y Escocia habría salido del Reino Unido. Donald Trump seguiría aumentando su ventaja con los Demócratas, y cientos de estadounidenses no habrían tenido que ir corriendo a urgencias después de beber desinfectante industrial. En países del tercer mundo, mucha gente no necesitaría una pandemia mundial para seguir muriendo por no tener antibióticos, vacunas o un sistema básico de atención primaria. Y la crisis climática seguiría comiéndose el planeta a buen ritmo, tal vez sin este pequeño traspiés, pero al mismo buen ritmo que algunos están deseando ya, cuanto antes, recuperar.

Porque si nada de esto hubiera pasado no habrían muerto más de 27.000 personas en este país, y no habríamos aprendido nada. Pero ha ocurrido, y han muerto, y no hemos aprendido nada.