ue también un sábado, pero estábamos a las puertas de la navidad de 2017, cuando Pedro Antonio Sánchez llamaba a los sindicatos y empresarios para que corrieran a hacerse una foto para firmar aquel Pacto por la Calidad en el Empleo. La escuela que Valcárcel había creado con sus estrategias seguía y sigue vigente.

De aquel Pacto ya nadie se acuerda, ni un mísero análisis ni menos un balance, igual que con los nueve anteriores firmados siempre a bombo y platillo. Porque no se entiende que nadie firme un nuevo cheque en blanco cuando ni siquiera se han cobrado los nueve anteriores. ¿O sí se han cobrado?

Este pasado sábado, el presidente López Miras ha mejorado incluso a sus maestros de ceremonias anteriores. En plena crisis, cuando se ha demostrado que el desmantelamiento del sector público tiene nombres y apellidos, cuando el Gobierno regional es capaz de promulgar Decretos Ley que cambian radicalmente nuestro ordenamiento jurídico y administrativo sin contar con nadie, cuando tenemos dudas razonables del proceso de adjudicación del concurso de ambulancias, cuandoLa 7 Televisión sigue teniendo en la opacidad y el amiguismo su marchamo de calidad en la renovación de la licencia, y sobre todo, cuando los servicios públicos, como la sanidad y la educación han sido esquilmados a base de privatizaciones, van los sindicatos UGT y CC OO, y ponen la firma final a la encuesta del Cemop.

Claro que hay motivos más que suficientes para remar todos en la misma dirección, pero una cosa es firmar cuarenta líneas de actuación, y otra 'blanquear' las políticas públicas de un Gobierno regional desnortado, y que aprovecha las miserias para legislar por la puerta de atrás para los amigos.

Sorprendieron el pasado sábado los diferentes discursos, hasta el presidente de la CROEM alabó la defensa a ultranza que hicieron ambos secretarios generales de las organizaciones sindicales en las reuniones previas sobre el tejido empresarial y autónomo. Lo que no sorprendió en absoluto fue de nuevo la intervención final de López Miras, que no pierde ocasión para pedir que, si todo sale bien, él es el elegido, pero eso sí, que pague la fiesta Pedro Sánchez y Moncloa.

No llego a entender muy bien por qué se legitiman de esta manera unas políticas que han conseguido destrozar el servicio público, que han desmantelado nuestra educación y sanidad y, sobre todo, no entiendo qué consiguen firmando una Carta a los Reyes Magos.

Este gobierno regional ha despreciado a los investigadores del IMIDA, a miles de interinos e interinas, los servicios sociales están destrozando a sus profesionales, los educadores infantiles siguen esperando en la habitación del olvido, miles de opositores son humillados en la vía pública mientras Educación hace apología de sus políticas liberales, apostando por la enseñanza privada en detrimento de la pública, y la sanidad pública ha sido utilizada como el de la Bernarda por muchos profesionales y sus dirigentes en sus relaciones con la privada.

Los sindicatos han perdido una ocasión de oro para 'vender' una fotografía necesaria a un precio mucho más alto, un precio donde la dignificación del sector público y sus miles de trabajadores fuese recuperada tras años siendo despreciados.

Una vez más gana siempre el más listo. Que comience la fiesta. ¿Quién paga la factura, jefe?

No te preocupes, consejero, si a Humphrey y a Ingrid les quedó París, a nosotros siempre nos quedará Moncloa.

Nota: Mientras los sindicatos, empresarios y Gobierno se hacen fotos para engordar sus currículos, miles de familias se preguntan qué hacen con sus hijos en edad de enseñanza obligatoria (6 a 16 años) en estos dos meses que tienen que incorporarse a sus trabajos. Como asegura el dicho popular, 'unos por los otros, y la casa sin barrer'. De estos verdaderos problemas, en el Pacto, ni una palabra.