Buenas, estaba escribiendo unas notas para explicar cómo funciona una caldera de esencia en las pedanías altas de Lorca, que es el objetivo de una nueva entrega sobre patrimonio antropológico que ando laborando en la Lorca vaciada de nuestros días. Estos vuelos etnográficos que me apasionan, con todo, no logran sustraerme del efecto que está teniendo sobre la cultura la pandemia y el confinamiento, que nos ataca donde más nos duele, en las restricciones y la falta de público para los espectáculos.

Soy investigador pero también músico y durante años gestor de empresas de programación desde la Expo de Sevilla hasta la plaza Mayor de Madrid en mis tiempos de Radio 3 o el festival de Músicas de Raíz de Murcia. Todo este argumentarlo, simplemente para avalar mi experiencia y ojo clínico en el dictamen que aquí les ofrezco, para decirles que a pesar de los pesares hoy y mañana el mundo del arte y el espectáculo, en buena parte, puede seguir trabajando. Si el football se va a retrasmitir a puerta cerrada, no sé por qué conciertos y espectáculos no pueden correr la misma suerte mientras no haya otro remedio.

Es sabido que la producción cultural del país viene a representar un 3% del PIB, lo que significa que varias miles de personas viven de esto y que las visiones románticas de la bohemia artística pasaron a mejor vida ante la evidencia de una industria cultural a la que el Covid- 19 ha sacado de su pandemia particular, que, por cierto, desde la crisis de 2008 asola la calidad de vida de nuestros profesionales. Quizá esta perspectiva debería alertar a nuestros representantes de lo importante que es conocer o al menos escuchar al sector de la industria cultural, que en el caso de Murcia no es precisamente pequeño. Los grandes nombres de la cartelera artística representan escasamente un 15% de un sector, el de la cultura, que es esencialmente precario. Creadores, intérpretes, técnicos, salas, distribuidores y comercios se retroalimentan en una red que funciona al unísono. Y ello en teatro, música, danza, artes plásticas, literatura, cine, fotografía, etc.

La respuesta a una situación derivada de la presencia del Covid-19 ha puesto en evidencia la fragilidad de un sector, mal organizado, es cierto, pero de inestimable importancia como se ha podido observar en las cientos de comparecencias desinteresadas de nuestra cultura en la red, que han alegrado la vida a muchas personas en estos días duros. Se ha reaccionado desde el Gobierno de España con medidas importantes para pymes y autónomos y, con todo, gran parte del sector cuyos contratos son intermitentes queda al descubierto vislumbrándose la posibilidad de una renta básica para paliar una situación que, por fuerza, debiera ser provisional. No está mal, al menos no se nos deja en la calle como en 2008 cuando la crisis afectó a los sueldos de artistas a la baja y la Administración pagaba tarde y mal.

Nuestros problemas laborales los solucionaremos con el ministerio de Trabajo y la Hacienda pública; entonces los culturales y artísticos ¿dónde los solucionamos? El ministro de Cultura, desarrolladas las trasferencias autonómicas tiene un recorrido muy corto, ya que los presupuestos están en los Gobiernos autonómicos y, sobre todo, en los municipios. ¿Dónde si no se contratan los espectáculos para dar vida a los escenarios? Representantes de la consejería de Cultura, señores y señoras concejales de Cultura y Festejos, ustedes son nuestra esperanza y nuestra solución, y les tenemos fe, colman nuestra esperanza, aunque no deseamos caridad sino trabajo, y puede haber trabajo, aunque con restricciones, como veremos más adelante.

Aplaudimos las medidas para ayudarnos del Gobierno regional, créditos blandos para la gestión del empresariado cultural y algunas cosas más. ¡Sí, señor! ¡Venga! ¡Que no se diga! Sabemos que el Gobierno regional secularmente tiene a pan y agua a la consejería de Cultura y lo sabemos porque nos leemos los presupuestos regionales y, para estos menesteres, salvo el escueto presupuesto del ICA, hay poquito más allá del gasto ordinario y de personal. Vamos cortos desde hace años y mira por dónde esta tragedia a lo mejor trae algo positivo.

Necesitamos que la consejería de Cultura reabra un diálogo con el sector, necesitamos que identifique que en Murcia hay un plantel de primera en el que invertir, para promover que su desarrollo sea devuelto con creces a nuestra ciudadanía y exportar esta inversión. Los grandes fastos festivaleros, no hablo de las clases medias, a los que es ajena en gran parte la industria cultural murciana, deberían pertenecer a otra división relacionada probablemente con el turismo más que con la cultura.

A los Ayuntamientos les toca la mejor tajada del melón y es que sin los contratos de los consistorios no somos nadie. Los municipios mandan en la gestión de este bien y son nuestra oportunidad en hacer una programación donde el plato fuerte se cifre en programar, divulgar y promocionar los valores de la industria regional murciana. Más que subsidios lo que necesitamos es la solidaridad de quienes encargan los trabajos y aquí cabe desde el club de lectura hasta el último grupo de moda juvenil, pasando por el teatro, la danza y lo que resta.

Que sepáis que nuestro horizonte es muy inmediato, que varios meses en el dique seco no los aguanta ni el más pintao, y que, por desgracia, los subsidios son paños de agua caliente. El ayuntamiento de Murcia mueve ficha y nos alegramos, sobre todo porque agranda el panorama, y si la red de centros culturales da trabajo a lo contratado y no representado y a lo no contratado por representar, pues miel sobre hojuelas. Ante esta prisa les sugiero una fórmula para la que es necesario que los presupuestos de cultura y festejos se mantengan intactos. Las fiestas se hacen y los eventos culturales también, solo que de otra forma.

La fórmula es sencilla y pretende convocar conciertos y espectáculos con las normas de restricción, sin taquilla por el momento, claro. Parte del público observa el espectáculo en vivo y el resto por televisión, en su casa, en las terrazas tomando una caña o donde cuadre. ¿Qué televisión? Pues la televisión local, la misma que programa ahora con contenidos del año pasado a la que vendrá muy bien ampliar su programación y cuyo alcance es limitado, permitiendo a los contratados ofrecerse a otras localidades sin repetirse. La Región de Murcia tiene más de una treintena de televisiones de estas características. Esta acción permitiría organizar unos festejos con todo tipo de ofertas y una ulterior programación más sosegada donde caben todos los que muestren calidad. Por supuesto. En cada evento participan, además los artistas de las artes escénicas,: música, literatura, cine y artes plásticas, las empresas de luz y sonido, managers y técnicos de grabación. Trabajo a manta, en suma, para un montón de gente. Que sepáis que mañana es tarde. Salud.