No soy el único en esta Región que se venía preguntando qué tendrá que ver la alarma sanitaria con la reforma mediante decreto de urgencia por el Gobierno regional de la Ley de Protección Ambiental Ley de Protección Ambiental. Pero esto nos pasa porque reaccionamos con demasiada espontaneidad, poniendo siempre por delante los prejuicios.

Ha bastado que cayera en nuestras manos el informe jurídico previo de la consejería de Medio Ambiente que justifica la posterior redacción del decretazo para que nuestras mentes se abrieran a la nueva luz. Ahora todas las piezas encajan, todo fluye, hay argumentos incontestables que han obligado al Gobierno a modificar sustancialmente el espíritu y la letra de esa Ley, diríase que por razones que están más allá de las contingencias humanas, pues proceden de la irradiación divina.

La respuesta, como a todo, está en la Biblia, queridos hermanos. Más específicamente en el Levítico, en cuyo capítulo 11, versículo 19, se prohíbe expresamente comer murciélagos, animal popularmente conocido en la Región como morciguillo, y que tiene con Murcia una entrañable simpatía fonética, hasta el punto de que uno de los más populares grupos de rock de la tierra, M-Clan, se tituló en origen Murciálagos-Clan, en una simpática simbiosis entre murcianos y murciélagos.

Pues bien, la letrada de los Servicios Jurídicos de la consejería de Medio Ambiente, María Dolores Bermejo, se ha remitido a la jurisprudencia bíblica para recordar que las cuarentenas por epidemias no son cosa de la era contemporánea, sino que ya en tiempos de Moisés, según refleja el Levítico, estaba prohibido comer murciélagos, ley natural que parece que han trasgredido algunos chinos de la China con la consecuencia para la Región de Murcia de que tenemos que cambiar urgentemente la Ley de Protección Ambiental.

Se sabe que hay mucho ateo suelto por ahí que no va a entender esta relación de causa tan evidente como el efecto mariposa, pero la doctrina del Levítico, jurídicamente, está ahí, y a las pruebas podemos remitirnos: un chino de Wuhan se comió el bicho prohibido, como Eva la fruta, y ahora todos tenemos que ganarnos el pan con el sudor de los Ertes, pero la peor consecuencia es que el Gobierno regional se ha visto obligado a facilitar a los constructores que hagan sus cosas sin atenerse a informes de impacto ambiental. Estoy convencido de que no es esta una medida que agrade a la sensibilidad ecologista de López Miras (que la tiene; escondida, pero la tiene), un presidente que en su vida se ha comido un murciélago (ni siquiera un herodión, un caradrión o una abubilla, otros animales que Jehová no recomendaba para menú), pero el que no quiera ver que ha tenido que desproteger urgentemente la Ley de Protección, que se lea el Levítico.

Ya de paso, además, en este libro encontraremos otras perlas de la jurisprudencia sagrada. Un ejemplo al vuelo, entre mil: «Cuando una mujer tenga flujo, si el flujo en su cuerpo es sangre, ella permanecerá en su impureza menstrual por siete días; y cualquiera que la toque quedará inmundo hasta el atardecer». Una cita muy apropiada a la vista de que las manifestaciones del 8M son las que nos han traído todo esto, según el alto liderazgo del PP. Hay que ir más al Levítico; ahí hay mucho donde inspirarse para deslegislar.

Va a resultar que el Antiguo Testamento no es tan antiguo. En la Región de Murcia, para la contrarreforma por decreto de la protección medioambiental, es guía, inspiración y argumento jurídico. Alguna explicación tenía que haber.

Ah, si Yahveh levantara la cabeza.