Veníamos de una emergencia climática declarada a nivel mundial y también en nuestro municipio, pero tras la crisis del Covid-19 ya nada será igual a lo que conocíamos.

Las dos crisis que nos afectan, la climática y la sanitaria, tienen un denominador común, y es que actúan sobre las personas, generando ambas un grave problema de salud para la humanidad.

En septiembre de 2019 declaramos en el municipio de Cartagena la Emergencia Climática. Toda la sociedad hoy en día, excepto algunos negacionistas, comprenden que el cambio climático es un hecho objetivo y real, absolutamente confirmado por toda la comunidad científica y sin posibilidades de vuelta atrás. Las altas temperaturas, las sequías, la desertización, la mayor torrencialidad de las precipitaciones con las DANA sucesivas que hemos sufrido en los últimos meses son algunos de los efectos inmediatos de esta crisis climática que está teniendo una gran repercusión en la vida diaria de la gente de nuestra Región y, por supuesto, también de nuestro municipio.

Al declarar la emergencia climática en Cartagena nos comprometimos a poner en marcha actuaciones decididas para cambiar tanto el modelo energético basado en los combustibles fósiles como nuestros patrones de movilidad, principalmente para disminuir las emisiones a la atmósfera, pues en nuestro municipio tenemos indicadores muy preocupantes con un mayor riesgo de mortalidad por cáncer y, lo más grave, por cáncer infantil además de una esperanza de vida más baja que la media regional. Es evidente que no solo está en juego nuestra vida, sino el presente y el futuro de las próximas generaciones.

Veníamos de esa emergencia climática, y de pronto, un día nos despertamos y nos dijeron que nuestras vidas corrían serio peligro si salíamos de nuestras casas. La tremenda crisis sanitaria a escala mundial que estamos sufriendo en la actualidad, determinada por la Organización Mundial de la Salud, OMS, como pandemia, nos ha cambiado la percepción de lo que significa un medio ambiente ‘contaminado’, en este caso con un virus letal para el ser humano.

Es sorprendente cómo la ciudadanía ha respondido a las instrucciones sanitarias trasladadas a través de las instituciones públicas para contener el Covid-19. En nuestro país, y en concreto en nuestro municipio, ha sido admirable la respuesta de los vecinos y vecinas, que han acatado con absoluta disciplina el confinamiento en sus casas durante más de un mes, demostrando su empatía y solidaridad con los y las que se jugaban la vida todos los días por salvarles la suya. Hablamos de nuestros héroes de hoy en día, los y las sanitarias de los hospitales públicos, los trabajadores de supermercados, transportistas, los conductores de autobús, los obreros, los policías, militares, todos los trabajadores de los servicios esenciales y que gracias a ellos nuestra vida ha sido más fácil durante este confinamiento.

La respuesta de la sociedad ante el coronavirus, tanto a nivel ciudadano como por parte de las instituciones públicas, ha sido contundente, por lo que ha quedado absolutamente demostrado que cuando vemos peligrar nuestra existencia rápidamente nos organizamos para proteger a nuestra especie.

Esa respuesta contundente ante el coronavirus ha dado lugar a una situación absolutamente positiva para la Región, y por supuesto para nuestro municipio. Y es que, según Ecologistas en Acción, «desde el 14 de marzo en que se inició el confinamiento por la pandemia hasta ahora se ha producido una disminución drástica de los niveles de contaminantes que mide la red regional de vigilancia atmosférica». Es decir, ha mejorado la calidad del aire que respiramos.

El colectivo ecologista aporta datos muy precisos exponiendo que se han reducido drásticamente los valores de las partículas contaminantes que anteriormente podrían llegar a multiplicarse por tres y por cuatro, superando en muchas ocasiones los valores límites implantados por la OMS. Hablamos de las partículas PM10, el ozono troposférico, el dióxido de nitrógeno (NO2), el dióxido de azufre, benceno (C6H6), tolueno y xileno.

Está claro que hay una relación directa entre los hábitos y comportamientos de los humanos y la destrucción de la naturaleza, en este caso de la calidad del aire que respiramos, con el agravante que los grandes perjudicados somos nosotros mismos, nuestra salud y la de nuestros hijos e hijas.

Tanto desde Ecologistas en Acción como desde la comunidad científica nos trasladan a toda la sociedad que la fórmula para mejorar la calidad del aire tras la crisis sanitaria, y la mejor forma de luchar a la vez contra el cambio climático, pasa por «la reducción activa y ordenada del tráfico motorizado, disminuyendo la necesidad de movilidad, potenciando en las ciudades el transporte público (en especial el eléctrico) y los medios no motorizados, como la bicicleta o el tránsito peatonal».

Todas esas medidas las han exigido grupos ecologistas, vecinos, expertos, colectivos y asociaciones sociales, además de grupos políticos como el nuestro, que vemos cómo día a día nuestra tierra está más expuesta a las inclemencias de un cambio climático que ya no espera a nadie. Durante años se les ha pedido a las administraciones públicas las medidas necesarias para frenar la degradación del medio ambiente, y lo que es más grave, la salud de la gente. Sin embargo, a día de hoy en Cartagena ni siquiera contamos con un Plan de Movilidad Urbana Sostenible que contemple medidas tan básicas como una red de carriles bici para conectar el territorio.

Es ahora cuando esta terrible pandemia nos azota y nos devuelve las consecuencias de nuestros actos. Es justamente ahora cuando de verdad hemos comprobado que reducir las emisiones contaminantes repercutirá positivamente sobre la salud de las personas, evidentemente mejorándola. Es ahora cuando nos damos cuenta que tenemos que introducir de manera inmediata cambios en nuestro comportamiento para luchar de manera decidida contra el cambio climático y sus consecuencias en el medio ambiente y en nuestra salud.

El Covid-19 ha cambiado nuestra vida, ha cambiado la percepción de nuestra salud y de cómo debemos pelear para conservarla. Por eso, es ahora cuando de esta crisis sanitaria podemos finalmente aprender la lección y aprovechar la oportunidad que se nos brinda para tener un futuro mejor. Sería un error catastrófico desaprovecharla.