Hoy, tras días duros y exigentes, es momento de reflexionar y agradecer. A ellos, a nuestros trabajadores sociales, que no curan, pero sí salvan vidas. Que, a veces, dejan de atender a los suyos, para atender a los demás. Que siempre demuestran su extraordinaria generosidad anteponiendo a otros antes que a ellos mismos.

Hace dos meses, el 8 de marzo, llegó el Covid-19 a nuestro municipio, ese virus que veíamos lejano, que pensábamos que no iba con nosotros, que no nos tocaría tan de cerca. Y todo cambió radicalmente. Ello obligó a una transformación extrema, y en un tiempo récord, de las metodologías y sistemas de trabajo habituales en los servicios sociales de los Ayuntamientos.

Una mayor carga de trabajo se sumó al cierre o reducción del aforo de las instalaciones y a la sustitución de la atención presencial por fórmulas de teletrabajo.

Desde el comienzo de la crisis sanitaria relacionada con el Covid-19, el ayuntamiento de Murcia ha ido articulando más de doscientas decisiones, medidas y actuaciones, que nos han permitido adelantarnos y garantizar en todo momento una actuación con el máximo rigor técnico y el máximo consenso político, tanto en la forma de gestión como en las diferentes decisiones a adoptar.

Pero tras esa crisis sanitaria viene una crisis social y es una satisfacción y un orgullo poder decir que desde la declaración del estado de alarma la plantilla municipal de trabajadores sociales ha crecido un 20%, en una sola semana (del 13 al 17 de abril) las personas atendidas se incrementaron en un 315%, se han tramitado ayudas municipales directas por un importe superior a los 639.000 euros y se ha aprobado un fondo de contingencia de un millón de euros para atender a los más vulnerables.

Y todo ello no habría sido posible sin el trabajo de nuestro personal que se ha desvivido por proteger a las personas más vulnerables.

Por ello quiero, en primer lugar, mostrar públicamente mi más profundo agradecimiento a toda la sociedad, por su compromiso y responsabilidad. Cada uno de los murcianos, en sus diferentes rangos de edad, condición y situación, han respondido con sacrificio, pero con lealtad a cada una de las recomendaciones, instrucciones o cumplimientos y han colaborado en protegernos frente al Covid-19 y reducir su extensión entre la población. También a los grupos políticos por haber enriquecido con sus aportaciones el Plan de Soporte Social y haber mostrado su lealtad y compromiso para minimizar esta crisis.

Pero hoy, sobre todo, quiero aplaudir a los profesionales del área de servicios sociales que asumieron desde el primer día ser esenciales ante la magnitud del problema social que se derivaba de la situación creada.

Nuestra prioridad ha sido atender a las familias que, ante esta nueva situación de estado de alarma, han necesitado ayudas para poder cubrir las necesidades básicas de alimentación, de productos básicos de primera necesidad o medicamentos. Los esfuerzos han sido la suma de un gran equipo, que se han adaptado a los horarios, a la nueva situación, a conciliar cada uno con sus particularidades concretas, a sacar fuerzas a pesar de la presión emocional de muchas de las situaciones que han vivido.

Transcurridos estos días intensos, quiero poner en valor el trabajo de todas las trabajadoras y trabajadores sociales que, en sus distintos ámbitos de actuación, están aportando su quehacer profesional ante esta emergencia, estando al pie del cañón sin descanso, sin conciliación, sin un momento de descanso, con esfuerzo y compromiso.

Conscientes de las dificultades existentes, seguimos ofreciendo todo lo que está en nuestras manos para sumar esfuerzos en el afrontamiento de esta emergencia.

Como nos decía Pablo Neruda, «queda prohibido no sonreír a los problemas, no luchar por lo que quieres, abandonarlo todo por miedo, no convertir en realidad tus sueños». Y así son nuestros trabajadores sociales. Mi aplauso diario para todos ellos.