Muchos de nuestros dirigentes han equiparado la actual situación de pandemia a una lucha contra un enemigo invisible pero, en muchos casos, mortal: la Covid-19. De la misma manera comparan a los sanitarios con soldados que libran batallas con valor digno de aplausos y reconocimientos. También son frecuentes expresiones como «¡vamos a vencer!» o «¡entre todos podremos con esto!», que pretenden animar a las huestes.

Siguiendo con el símil bélico, podríamos hablar de que hasta los guerreros más valientes necesitan armas y armaduras que les protejan y de que, hasta el momento, la escasez de equipos de protección individual, de test de diagnóstico, o su ineficacia por defectuosos o caducados, han inclinado la balanza hacia el bando del virus: somos el país con más muertes y más sanitarios contagiados. Pero, a pesar de su gravedad, no me voy a referir a esto.

Nos preocupa que se pretenda reducir o posponer el merecido descanso de quienes han ofrecido todo su esfuerzo, y el de sus familias, durante estas semanas interminables de los últimos meses de confinamiento.

Muchos facultativos han requerido ayuda psicológica para superar el miedo al contagio propio o de sus familias. También por el sentimiento de impotencia ante la muerte de sus pacientes o al recibir la noticia de algún compañero que también había caído en la batalla.

La consejería de Salud del Gobierno de la Región de Murcia está, ahora, considerando suspender o posponer las vacaciones del personal que ha trabajado siete días a la semana, doblando jornadas, en el centro de trabajo y de manera telemática haciendo seguimiento a los pacientes con sus propios medios en sus domicilios, sin límites horarios y sin poder desconectar la mente. La consejería se sitúa, así, muy lejos de reconocer el esfuerzo que han hecho estos profesionales y sus familias.

Después de un trabajo tan agotador es necesario parar, tomar aire y un poco de sosiego para poder seguir adelante. El descanso del guerrero consiste en despejarse, tonificar la mente y el espíritu y prepararse para volver con energía renovada a la batalla. Nadie ignora que en nuestra profesión, más que en ninguna otra, el cansancio acumulado y la fatiga son factores que pueden alterar el juicio clínico y poner en riesgo la atención a los pacientes. También necesitamos devolver a nuestras familias algo del tiempo que no hemos podido compartir con ellos, con nuestros hijos o nuestros mayores.

Cualquier mando militar sabe que el descanso de las tropas es tan importante como su motivación. De esta última no andan escasos los médicos de Murcia, que han realizado su trabajo con abnegación, sin pedir recompensas ni reconocimiento, sino únicamente información actualizada, ágil y veraz, equipos de protección y ayuda para la conciliación familiar y laboral.

A nuestros grandes estrategas sanitarios que nos animan diciendo que la guerra va a ser larga, que no vamos a tener descanso y que nuestro esfuerzo no requiere compensación, les recomiendo la lectura de un gran libro del famoso filósofo chino Sun Zsu, titulado 'El arte de la guerra'.

Les adelanto una de sus reflexiones, por si son de ayuda en su trabajo: «Cuando las órdenes son razonables, justas, sencillas, claras y consecuentes, existe una satisfacción recíproca entre el líder y el grupo».

Señor consejero de Salud de la Región de Murcia: con el gran trabajo que están realizando los profesionales sanitarios en esta pandemia es razonable darles un merecido descanso para poder continuar con su labor. Sea justo y consecuente con todos ellos.