En Madrid no ha dejado de llover. Como buena melancólica e intensa, la fotografía ante la ventana en mi buhardilla bohemia con una taza de café en la mano molaba, hasta que ha empezado a desquiciarme. Busco cada rayo de sol que se cuela, es mi carga de energía. No llevo mal la soledad o estar en casa sin poder salir, no se trata de eso. Nunca me había afectado el tiempo y de repente ha dejado de gustarme escuchar la lluvia.

Llevo mal mi exceso de empatía, llevo mal no abrazar, llevo mal no tocar, llevo mal echar de menos, llevo mal no poder oler, besar o sentir cerca a personas que me anestesian, llevo mal las historias que hay detrás de cada vida que se va, como la de Anduriña que leía esta semana gracias a un buen amigo; llevo mal estar lejos de mis padres y no poder cuidarles. Esto último lo llevo realmente mal.

Lo tenía todo preparado, llegaba el martes, día grande en Murcia, el día del Bando de la Huerta, tenía la agenda repleta de aperitivos virtuales para sentirme más cerca de los míos, a esos a los que abrazo y estrujo cuando los veo, a la familia que se elige, los amigos.

A primera hora la llamada familiar de siempre, lo cambiaba todo, llega el miedo, el nudo en la garganta y la irracionalidad. La mente vuela, te repites una y otra vez: todo va a estar bien, no pasa nada, pero da igual, tu puta cabeza autodestructiva te dice lo contrario y lo pasas mal, anulas el aperitivo, guardas las flores de plástico que te ibas a poner en el pelo, te metes en la cama y sólo quieres que pasen las horas para saber la siguiente toma de temperatura y poder respirar. Mi padre me fue dando el 'parte de guerra', como el lo llama, porque en casa no hay un virus, pero sí una guerra diaria contra la demencia y todas sus complicaciones médicas y mentales. No olvidemos a todos esos cuidadores entregados a la vida de sus seres queridos en silencio, solos en casa, agotados. Ellos también son héroes y merecen aplauso. Todo quedó en nada, una falsa alarma, un susto, hasta me he sentido mal por pensar de más, pero cuando estás lejos en mitad de una situación como la que estamos viviendo con tus padres mayores, de altísimo riesgo, creo que sé lo que se siente en Gran Hermano, porque todo se magnifica.

Desde aquí mi abrazo a todos los que estamos más lejos que el resto, de las personas a las que queremos, como Asun A., en Extremadura, o Antonio H., que vive en Murcia y tiene a su madre y a su hijo en Madrid.

Cuando te vas lejos de los tuyos sabes que es un sacrificio a cambio de encontrar tu hueco en el mundo y la llamada con noticias puede llegar. Al hacer la maleta vives con ello, es ley de vida y todas esas frases hechas que odio. Pero esta pesadilla altera la ley de la vida. Una improvisación fuera de guion que no me gusta nada.

Mientras yo vivo mi docureality, aunque utilice el humor para contárselo, la procesión va por dentro. Un Gobierno inútil, sin capacidad de gestión, con una comunicación muy deficiente y una oposición que se alimenta de la carroña siguen dando un espectáculo vergonzoso.

Hago mías palabras de mi querido amigo Julio Lleonart, persona con sentido común en peligro de extinción: «Me dan asco las propagandísticas fotos de Sánchez con mascarilla bajada. Me repugna la propaganda del PP con el mismo tema y el reportaje zafio en Ifema. Me repele la mascarilla verde con la bandera, utilizada por Vox. Dejen de utilizar muertos, enfermos y sanitarios en sus cuitas políticas».

Llámenme loca si creo que se puede tener un pensamiento crítico hacia el Gobierno y seguir apoyándolo en esta crisis, aplaudir a Almeida por su gestión, considerar retorcida la última encuesta del CIS y obscena la última portada de El Mundo, fotografiando un cadáver en situación de exclusión social fallecido por Covid19. No sean sectarios, por favor. Son mucho más inteligentes, no vayan dando lecciones, alardeando de superioridad moral, abran su mente, como decía la cantante Merche.

No sé qué piensan ustedes, pero todo esto nos va a dejar marca, aunque los que pintan infamias en el coche de una profesional de la sanidad o en el ascensor de su comunidad invitando a irse de sus casasa quienes se están dejando la piel bien en un supermercado o en un hospital, o los que se ríen de un ingreso mínimo vital para los que no puedan dar nada de comer a sus hijos, creo que van a salir de esta crisis igual que entraron, sin aprender nada.

La realidad ha superado a la ficción. El mundo se ha parado. Estamos en ese punto en el que toca hacer propósitos como en año nuevo, pero esto no va de estudiar inglés o ir al gimnasio. Deberíamos aprender algo como sociedad, como colectivo, como país. Debería ser el momento en el que la clase política en pleno, los agentes sociales y económicos, todos sean capaces de sentarse y sumar. Es el momento de aprender la lección que la vida nos está dando, somos débiles, muchos sectores van a salir muy tocados de esta crisis sanitaria. Vamos a necesitar estar unidos, estrechar alianzas y tener sentido de Estado.

Las corbatas negras y banderas a media asta no salvan vidas, ni el luto nacional. No vamos a olvidarles, son nuestras familias las que se están quedando huérfanas.

Hablemos de la vida, de cómo vamos a cuidarnos a partir de ahora, de cómo vamos a proteger a nuestros profesionales de la sanidad, de cómo vamos a salir adelante. La cultura, los eventos, la manera de entender el ocio, la hostelería, ¡estamos en España! vivimos de esto; siéntense de una puñetera vez, les pido unidad, trabajo en equipo, sin ideología, gestión, joder. ¿Es tan difícil? Así nos sentiremos orgullosos de nuestro país y no con banderas en los balcones. Los homenajes llegarán, las responsabilidades también, ahora ayúdennos a reconstruirnos. Dejen de faltarnos al respeto.

Ya saben que me puede la vehemencia, discúlpenme, estas letras son mi anestesia semanal y mi ventana al mundo para contarles cómo veo lo que nos está pasando.

Para terminar esta semana les quiero hacer un regalo sanador. ¿Se acuerdan que les dije que no podía escuchar música? Pues poco a poco las notas vuelven a entrar en casa.

Háganme un favor, busquen esta canción: Días amables, de nuestros paisanos Viva Suecia, suban el volumen y cuídense mucho, les prometo que vamos a llegar.