Comparecer ante los medios de comunicación sin prepararse tiene el peligro de que, a veces, se digan cosas que dan la sensación de no estar muy pensadas y reflexionadas, porque con la que está cayendo en el panorama laboral europeo, en el español también, un ministro no puede salir a una rueda de prensa a hablar, con una cierta displicencia, de las necesidades de un sector laboral que depende de su departamento, a no ser que piense que ese sector, el cultural, por ejemplo, es algo inconcreto, no necesario, que reúne a cuatro 'artistas' y que si se prescinde de ellos no pasa nada porque esos 'desocupados' se dedicarán a otra cosa más productiva.

Esa es la sensación que dio, el pasado día 7, José Manuel Rodríguez Uribes, ministro de Cultura y Deporte, ante la expectación del sector cultural español, que esperaba de él alguna medida económica al respecto.Comparecía en rueda de prensa por primera vez durante la crisis, y decepcionaba al grupo al que está obligado a defender: no solo no anunciaba nada que pudiera proteger la cultura ahora; ni siquiera se refirió a la posibilidad de reconstruir este maltratado sector cuando acabe la crisis.

Qué envidia producen las medidas urgentes tomadas en este campo por países como Italia, Alemania, Países Bajos, Portugal y Francia; este último país ha creado un fondo de veinte millones de euros para proteger la industria cultural. El ministro español debería saber que se trata de una industria que mueve a cientos de trabajadores que viven de esto, los más perjudicados porque tardarán mucho tiempo en poder actuar, cantar, tocar sus instrumentos, ponerse ante una mesa de mezclas, hacer de iluminadores, porque son muchos los trabajos que se desarrollan en el ámbito cultural.

Es una industria, sí, pero con unas características especiales, que tardará mucho más que otras en ponerse en marcha, y que no se puede despachar con «todas las medidas que se tomarán serán las que ya se han anunciado y el sector se tendrá que acoger a las mismas que el resto: con el ERTE a la cabeza».

Me parece increíble esa falta de empatía con un sector que depende de él, porque me gustaría recordarle a este ministro que «el ministerio de Cultura y Deporte de España es el departamento ministerial encargado de la promoción, protección y difusión del patrimonio histórico español, de los museos estatales y de las artes, del libro, la lectura y la creación literaria, de las actividades cinematográficas y audiovisuales y de los archivos y bibliotecas estatales, la promoción y difusión de la cultura en español (...). Asimismo corresponde a este ministerio la propuesta y ejecución de la política del Gobierno en materia de deporte». Justo, es el responsable de «la promoción y difusión de la cultura en español», y ahora es el momento más duro, en el que ese sector debería sentir la defensa de quienes tienen la máxima responsabilidad al respecto.

Teatros, museos, cines, salas de conciertos y de exposiciones, fueron los primeros en cerrar y serán los últimos en abrir, y ahí trabajan cientos de personas que muestran ahora, pese a todo, su esperanza en que el Gobierno encuentre un mecanismo de apoyo tras la comparecencia de su portavoz, María Jesús Montero, en rueda de prensa, en la que hizo labores del bombero al apagar el fuego de la intranquilidad mostrándose «consciente de las dificultades extremas» que atraviesa la industria cultural y anunciando que el ministro convocará al sector para escuchar sus propuestas y sugerencias a fin de paliar las dificultades que está atravesando como consecuencia del coronavirus.

Quizás todo hubiese sido más sencillo si el ministro se hubiese reunido antes con un sector que le lleva enviando propuestas desde que comenzó todo esto. Pero nunca es tarde si se alcanzan acuerdos razonables para todos. No estaría mal valorar la cultura.