El pasado 12 de abril se celebró, es un decir, el Día Mundial de la Atención Primaria, servicio sanitario que constituye (o debería constituir) el eje central de nuestro Sistema Nacional de Salud y, por ende, de los respectivos sistemas autonómicos.

Casi en segundo plano de atención de los aplausos diarios que se dedican a los sanitarios, la Atención Primaria representa, no obstante, el primer gran escudo de contención contra la pandemia, atendiendo a varios miles de personas con síntomas de posible coronavirus confinadas en su domicilio, evitando así el colapso de las urgencias hospitalarias y minorando el impacto de la epidemia en nuestra región, lo que demuestra su eficacia y capacidad.

Durante la campaña electoral autonómica todos los partidos coincidimos en la propuesta de reforzar la Atención Primaria como eje vertebrador de un nuevo modelo sanitario más orientado a preservar la salud y prevenir la enfermedad, a través de acciones comunitarias dirigidas desde los Centros de Salud en el marco de un Plan Regional de Salud.

Alcanzar este objetivo requeriría un compromiso presupuestario plurianual para aumentar y estabilizar las plantillas, ampliar la cartera de servicios, mejorar la atención a los enfermos crónicos (sin olvidar a los enfermos de Salud Mental) aumentar los recursos materiales, así como mejorar la accesibilidad de los Centros de Salud con su apertura por la tarde.

Sin embargo, los presupuestos de la Comunidad para 2020, ahora parados en la Asamblea Regional, no enfocaban en esa dirección. Nada que se le parezca. No obstante, López Miras ha anunciado la contratación de cien nuevos profesionales de Atención Primaria para reforzar los Centros de Salud por la pandemia del coronavirus, que sin embargo no compensan los más de 130 profesionales perdidos entre 2015 y 2018 según se desprende de los Informes sobre los Servicios Sanitarios de las Comunidades Autónomas que publica la Federación de Asociaciones en Defensa de la Sanidad Pública.

Esto explica que casi la mitad de los médicos murcianos superen las 1.500 tarjetas sanitarias asignadas y los enfermeros las 1.700 de media, cuando la recomendación sea de 1.250 pacientes por profesional.

Quiero confiar en que esta pandemia nos hará mejores a todos/as, así que estoy seguro de que cuando todo esto acabe, no escucharemos excusa alguna de la boca de López Miras a la hora de asignar a la Atención Primaria los presupuestos que necesita y que colectivos sanitarios y sindicatos tanto demandan.