Ni después de ocho años en Colombia he aprendido a bailar salsa y mira que lo había intentado en clases y rumbas interminables, pero he sido incapaz; hace años el psicólogo húngaro István Winkler demostró que los humanos tenemos un sentido innato para el ritmo y la música, pero estoy convencida de que hay que nacer al otro lado del Atlántico para moverse como toca cuando cantan el Grupo Nicho o el maestro Joe Arroyo. Lo llevas en la sangre o estás perdido y si hablamos de champeta, la cosa se complica porque para bailar de puntillas y con el alma estos ritmos llegados de África hay que ser de Cartagena de Indias, de Barranquilla o la mismísima Shakira, que en el intermedio de la Super Bowl mostró al mundo cómo hacer el caballito, la grapa, la cama y el tornillito. Mi amiga Moni también se mueve con sabrosura y ya ando tachando del calendario los días que me quedan para volar a Santa Marta y, juntas, celebrar bailando la amistad. Y la vida.

A mí me gusta bailar y qué más da cómo lo hago; cuando me muevo me desconecto del mundo y no existe nada más que nosotras dos: la música y yo, yo y la música, canalizando a dúo mi adrenalina y aumentando mis niveles de dopamina y serotonina.

Sofi Tukker es una famosísima y premiada pareja neoyorquina. Lo de estos dos jóvenes es el dance y el house y ni idea dónde andan confinados, pero en un lugar cálido, seguro, por sus camisetas de tirantes y los shorts de la chica; yo, mientras tanto, muerta de envidia y de frío. Todos los días a media tarde en su cuenta de Instagram pinchan música y ayer, lo siento por los vecinos, subí al máximo el volumen de mi altavoz y a bailar se dijo. Os cuento que en esa media hora me olvidé de todo, incluso del maldito coronavirus. Qué maravilla. Otros veces me da por danzar los 5 Ritmos de Gabrielle Roth y pasar a través de una ola musical de la fluidez, a la definición, luego al caos y al lírico para terminar en la perfecta y pacífica armonía.

Mis héroes de hoy: la empresa española Peris Costumes, que ha donado para combatir la pandemia la colección de máscaras y trajes de seguridad que diseñó para la serie Chernobyl, además de batas y monos de policía científica que han sido entregados a hospitales y residencias de mayores y personas con discapacidad, mientras han reconvertido sus talleres de producción de vestuario para poder fabricar batas, ponchos y mascarillas. Sí, desgraciadamente la ficción supera la realidad en esta vírica pesadilla.

Un dato: 170 países entrarán en recesión este año.

Un consejo: no pongas fechas y plantéate volver a la normalidad en más tiempo de lo previsto; si piensas que el 26 de abril se acaba el estado de alarma y luego se alarga, qué suplicio.

Una ejercicio: cierra los ojos durante unos minutos y trae a tu memoria un lugar al que te gusta ir y agradece que cuando salgamos de este encierro allí estará para ti. Piensa cuál va a ser tu compromiso, quién vas a ser en este nuevo mundo, qué necesita el mundo de ti, qué es lo mejor que puedes aportar.

Un sueño: volar a Colombia.

Un deseo: ver pronto a mi familia.

Os quiero. Cuidaos