No tiene otra explicación. Por muchos argumentos que se pueden buscar no hay justificación para la batalla que se está librando en la Glorieta, recrudecida por el coronavirus, que ha dejado al descubierto las miserias de unos y de otros y de una administración local que no está nada preparada, ni para hacer frente a una DANA ni mucho menos a una pandemia como la actual.

Las costuras del sistema han saltado por los aires y los más vulnerables siguen sin tener el apoyo que deberían, con funcionarios sin un plan de trabajo en la atención de Servicios Sociales y que tienen que improvisar y dar lo mejor de sí para atenderlos. Pueden hablar de esa falta de previsión, organización y coordinación los empleados municipales que siguen al pie del cañón, y que están a punto de salir a la esfera pública para denunciar tamaño despropósito.

Sin embargo, los concejales que forman el equipo de gobierno por parte del PP creen que lo están haciendo genial y que no existe tal descoordinación. En la Junta de Gobierno del pasado miércoles así lo pusieron de manifiesto ante los ruegos de un poco de autocrítica por parte de Ciudadanos, su socio de gobierno, que agachó la cabeza en esa sesión y permitió que su plan de contingencia para la Covid-19 se sumara a los de los populares (los del PP llevaron uno de alcaldía, otro de Cultura y otro de Servicios Sociales).

Todos quedaron en que esos cuatro planes se estudiarían para hacer el definitivo. Y a otra cosa mariposa. Pero llegó la Pascua y el alcalde de Murcia, José Ballesta, se puso en plan 'voy a escribir una carta', y así lo hizo. Lo sorprendente es que nadie del gobierno local de Ciudadanos conocía esa actuación y menos que el remitente fuera el sector cultural, al que el Ayuntamiento pretende ayudar con 700.000 euros por los perjuicios que le está ocasionando la crisis sanitaria y el confinamiento.

Esas ayudas a los culturetas no fueron aprobadas por la Junta de Gobierno puesto que el plan de contingencia aún no está diseñado por completo y tampoco ha sido dotado presupuestariamente. Pese a ello, Ballesta se ha lanzado al ruedo y en esa carta dice a los artistas que tendrán el apoyo del consistorio murciano. La actividad epistolar del mandatario local no ha gustado nada a Ciudadanos, que está en una posición muy incómoda desde que se percatara de que los populares no están por la labor de ponérselo fácil.

Los naranjas han aprendido con el poco tiempo que llevan siendo la muleta de Ballesta y sus acólitos (menos de un año) que hay dos gobiernos y que el partido preponderante va por libre y toma decisiones sin que su otro socio tenga constancia de ello. Han sido varias ya las veces en las que el portavoz de Ciudadanos en el Consistorio, concejal de Fomento y primer teniente de alcalde, Mario Gómez, ha tenido que tragarse el sapo, aunque públicamente no se ha cortado a la hora de hacer reproches a sus compañeros. Ayer mismo en su Twitter afeaba al alcalde de Murcia su frenesí epistolar sin haber dado cuenta en Junta de Gobierno.

«La burla a los compañeros de gobierno por parte de Ballesta parece no tener límite. Peor es el continuo engaño a los murcianos. Así no, señor Ballesta. Ese plan no se aprobó en Junta de Gobierno. Ni ustedes creían en él, no entiendo esa publicación. Aunque no lo crea, todo tiene un límite», rezaba el lamento de Mario Gómez tras conocer que el Ayuntamiento lanzaba ese plan de rescate al sector cultural.

Lo que parece claro es que al PP le pone dar caña a Ciudadanos. Otra hipótesis pudiera ser que sean los propios populares los que estén tensando la cuerda para hacer las cosas a su modo con el convencimiento de que los naranjas serán incapaces de romper el pacto que les dio la alcaldía más importante de la Región. Las condiciones en este momento, desde luego, son adversas por la pandemia, pero el amparo de Madrid con el que creen contar el PP de Murcia puede volverse en su contra. En la capital ya saben de todas las jugadas de Ballesta y su equipo. Por nadie pase.