Estoy cansada de las victorias y los aplausos a las ocho. Las palabras cuando se usan con frecuencia pierden su significado y estoy cansada de esos aplausos que cada vez son más vacíos. Estoy cansada del cuento de la pandemia en términos bélicos, usando entre aplauso y aplauso la palabra victoria. La victoria no existe.

Los médicos son grandes perdedores. No hay manera de vencer a su mayor oponente, la muerte, y aun así no cesan en su empeño. Los médicos son los protagonistas reales de El séptimo sello, juegan con ahínco una partida de ajedrez contra la muerte con la vana esperanza de ganarle a la dama negra un poco más de tiempo y ese tiempo es el premio. La banca gana, el médico pierde.

Estoy cansada de esta nomenclatura belicista donde no se habla de paz sino de victoria. Donde hay victoria hay represalias y represión, y ambas llegaran.

Estoy cansada de ver des-informativos. Vemos imágenes muy duras de Ecuador pero ninguna de Madrid o Castilla-La Mancha. Hasta hace bien poco, los telediarios tenían mucho impacto visual. Se advierte al telespectador que va a ver algo terrible, avisaba el presentador de turno. La pandemia ha creado un mundo naif de imágenes. Solo vemos gentes en sus balcones como si la vida en Estado de Alarma fuera una viñeta del 13 Rue Percebe.

Estoy cansada de sonrisas impostadas al mediodía y de noticias propias del Zapping de La Sexta en horario de máximo audiencia. Cansada de afirmaciones propias de Mr. Wonderful, de libros de autoayuda.

Estoy cansada de que me digan cómo he de sentirme y de que me digan cómo ahora sé qué es en realidad lo importante de la vida, ¡cómo si antes no lo supiera! Encerrada, estoy hartándome de eso que ya llaman importante.

Me siento como un chimpancé en un zoo. No tengo interés por lo que me rodea, estoy a medio gas. Ahora lo importante es salir de este Estado de Alarma, salir a la calle. Quiero recuperar mi vida y mi normalidad aunque doy por hecho que será anormal.

Estoy cansada de memes, ya no tienen gracia. No quiero hablar más por teléfono. No tengo ganas de mensajes de texto, me dan igual las series de HBO y del Netflix.

Ya está ya bien de que me digan y me muestren cómo he de sentirme. Quiero estar fuera de la casa, lugar que comienza a ser un espacio siniestro, que comienza a transformarse en una celda y a perder la calidez del hogar.

Siempre he luchado por el bien del grupo aun perdiendo 'bienes y ventajas' como individuo. No necesito que apliquen la lógica neocapitalista conmigo. No funciona. Siempre he cuidado a la banda y jamás he pensado en sacar un disco en solitario aún sabiendo que sería un gran bombazo.

No me da vergüenza decirlo, del dolor no se aprende, del sufrimiento no se aprende. El dolor solo duele y con el sufrimiento solo se sufre. No quiero más lecciones impostadas. Mejor no pensar en ello, mejor aplaudan a las 20h a nuestros sanitarios. Aplaudan cómo trabajan sin protección y cómo los jubilados (en edad de riesgo) son reclutados y mandados a la primera línea de batalla. Las quejas de nuestros médicos no se oyen, pues quedan silenciadas cada noche a las 20h, gracias a esos ciudadanos amaestrados que aplauden con ahínco y tesón como focas en un circo.