Pedro Almodóvar ha dejado de mirar el reloj; yo también, además para qué si ni sé en qué día vivo. El ha tardado tiempo en escribir: «No quería dejar constancia de las sensaciones que me provocan los primeros días de aislamiento», ha dicho en su primer artículo en el que se ha despachado a gusto; buscadlo, no tiene desperdicio. Yo lo de escribir lo llevo haciendo desde el primer día y menos mal porque sin este diario hace tiempo que hubiera desfallecido.

Unos escribimos y otros diseñan juegos para escapar del coronavirus. Año 2043. Tras una crisis mundial las Bolsas han colapsado y las divisas se han devaluado. En el nuevo orden mundial, la moneda de cambio es el papel higiénico. El príncipe africano Jones Dimka muere y deja a sus herederos una incalculable fortuna: un cargamento de papel higiénico. Te has enterado de la noticia y decides hacerte pasar por uno de sus descendientes. Total, ¿qué tienes que perder? Además, tu futuro y el de tu trasero están en juego. Así arranca Apocalipsis higiénico, un 'escape room' gratuito diseñado por tres jóvenes españoles para llevar mejor el confinamiento. Prometo jugar y contaros, falta nos hace a todos reírnos; más de 200.000 personas ya lo han hecho y tiene excelentes críticas.

Mascarillas sí o no, qué dilema. Nadie se pone de acuerdo: la OMS y muchos países, incluido España, la desaconsejan para la mayoría de la población; los asiáticos aseguran que es imprescindible para protegerla. Hay quienes dicen que no se recomienda porque, simplemente, no hay para todos. No sé vosotros, pero yo la calle no la piso sin ella y la mía no es quirúrgica, esas hay que guardarlas para los sanitarios y los infectados que de verdad la necesitan: puedo estar contagiada, no tener síntomas y con mi mascarilla evito que las gotas que transportan el virus y salen de mi boca escapen e infecten a otros.

Menos mal que en Shenzhen, una de las ciudades más grandes de China, por fin han prohibido el consumo de perros, gatos, serpientes, ranas y pangolines, esos mamíferos recubiertos de escamas a los que culpan de todo este desastre. Pobrecitos. Mientras los chinos dejan de comer por el bien de la humanidad cualquier cosa que se mueva, en España nos ha dado por vaciar los supermercados de patatas fritas, anchoas, aceitunas, cervezas, helado y harina por kilos. Dicen los que saben que no se comen filetes cuando uno tiene estrés; el cuerpo lo que quiere es grasa y azúcar. El consumo de tila y de chocolate amortiguan la ansiedad; otros la gestionan con alcohol o videojuegos. Cada uno elige.

Gervasio Sánchez es uno de los mejores fotógrafos de guerra del mundo. En su charla de ayer por Instagram hizo unas comparaciones que me pusieron los pelos de punta: el coronavirus ha provocado en España e Italia en poco más de un mes el doble de muertos que hubo en tres años durante el cerco de Sarajevo, el doble que el primer año en la guerra de El Salvador y ocho veces más de los del atentado de las Torres Gemelas.

Los datos de muertes e infectados en España siguen siendo tristísimos, pero hay otro que me llena de esperanza y me da fuerzas para seguir: 30.513 personas ya se han curado en mi país del coronavirus.

Os quiero. Cuidaos.