Tercera semana de aislamiento. Nada cambia al menos de forma positiva clara. Se acude a los jueces para solucionar la falta de material y no se encuentra respuesta satisfactoria. Tras el patinazo inicial de nuestro Gobierno regional para suprimir todo lo que no sea esencial, porque Sánchez desechó la idea. Espero y deseo que no fuera una cuestión partidista. Lo acepta una semana después. Tiempo perdido. Lo no esencial son, entre otras pocas cosas más, las obras en construcción cuya detención no represente peligro, y la siderometalúrgica, pues hasta los Registros de la Propiedad y las Notarías, al parecer, son esenciales, sin turnos de guardia. Debo decir, para ser sincero, que cuando vi el anuncio de López Miras por La 7, lo aplaudí. Me pareció bien y me lo sigue pareciendo. El patinazo estuvo en que no se pueden anunciar esas medidas si no son factibles de adoptar. El Gobierno de España ya había dicho que no lo iba a aprobar en la rueda de todos los presidentes de Comunidades autónomas de ese mismo día. Entonces, para qué dar falsas esperanzas, cuando ni siquiera se podía publicar en el BORM. Recordé aquel refrán que alguna vez todos hemos recordado ante una decisión enérgica y en calienteque: «No la desenfundes sin razón ni la enfundes sin honor». Al final, ha resultado que la desenfundó con razón el presidente de la Región de Murcia.

Entretanto, seguimos sin salir a la calle más que para lo necesario e incluso a veces ni para eso. Ya lo decía Jarcha cantando sobre la libertad en este país: «He visto gente muy obediente, hasta en la cama». El paseo del perro/a, la compra en la farmacia, sacar dinero del banco y comprar víveres es a lo que se reducen las salidas de losciudadanos de nuestra Región y de fuera de ella. A las ocho de la tarde, el agradecimiento diario con aplausos sonoros desde la ventana de cada cual. Resistiré, himno nacional, y últimamente también La Parranda. Salen los sonidos de un balcón a toda pastilla y todos se lo agradecemos. Un desfile de ambulancias recorre las grandes calles de Murcia con sirenas y luces dando las gracias. También la Policía agradece los apoyos a su actuación con ráfagas de luz. Un saludo a los vecinos y a correr nuevamente las cortinas, hasta el día siguiente.

Todas estas son las cosas positivas de este encierro. La solidaridad y los agradecimientos del pueblo español han sido puestos a prueba y hemos ganado. Por supuesto, agradecimiento a los sanitarios. Desde el cirujano hasta el celador, pasando por el personal administrativo, sin olvidar las farmacias. Son todos admirables, pues se juegan el contagio y ahí están sin dudar, cumpliendo el juramento hipocrático unos y por amor a los demás y a su profesión, el resto.

Pero no solo ellos son de aplaudir; también los camioneros, los repartidores, los de correos, los de las tiendas de alimentación, los de la basura, los estanqueros, los empleados de hogar que también, curiosamente, no están excluidos del nuevo Decreto, con moratoria incluida. Los voluntarios que acuden a las residencias de ancianos. La Policía y el Ejército que ayudan en todo.

Pero hay un colectivo más, que hasta ahora está siendo tan olvidado en este capítulo de agradecimiento, en España, en Europa o Murcia. Hoy quiero homenajearlos también. Me refiero a los que trabajan con discapacitados y a los educadores y trabajadores sociales de los Centros de Acogida. Educan y acompañan con una sonrisa a los menores que no tienen más familia ni más cariño que lo que ellos les den. Dia a día, noche tras noche, les hacen sentirse queridos y, gracias a ellos, vuelven a creer en ese ser humano que una vez les falló. Mi aplauso también para ellos.