Madrid, 28 de marzo

Ya es tendencia en Twitter; a alguien se le ocurrió lanzarla y esto es lo que ha ido contestando la gente a la pregunta de qué harán #CuandoEstoSeAcabe: Me voy a tatuar, iré al mar, regresaré al gimnasio, visitaré a mis abuelos, te daré los abrazos y besos que guardé para ti, pisaré lo suficientemente fuerte para no caerme, pero lo necesariamente suave para no lastimar a nadie.

Quiero ver a todos apoyando el comercio local, iré donde soy feliz, patinaré, bucearé, saldré corriendo a mi librería favorita, pediré responsabilidades, tiraré el pijama a la basura, me comeré un kebab, no volveré a mi casa nunca más, jugaré en el parque con mis hijos. Pensaremos en cómo vamos a firmar un armisticio con la Naturaleza; está claro que a las malas no vamos a ganar. Espero que hayamos aprendido cosas y seamos un país mejor.

Yo agarraré el primer tren que salga de Madrid a Murcia a buscar a los míos; luego, ya veremos. Y tú, ¿qué harás?

Mientras ayer por videoconferencia los presidentes europeos intentaban sin éxito ponerse de acuerdo para hacer frente a esta crisis que tiene al planeta patas arriba, el papa hablaba desde la Plaza de San Pedro, desolada, a media luz, silenciosa y bajo una lluvia que no cesaba. «Nos encontramos asustados y perdidos», sentenció el sumo pontífice. Así estamos mientras no paramos de escuchar que el mundo mañana será otro, pero, ¿cuándo es mañana? Quién sabe, lo único que tengo claro es que nada volverá a ser lo mismo, pero no necesariamente será peor y que vivir de forma más austera y esencial está siendo un valioso aprendizaje.

Hoy muy temprano con mi primer café y una sonrisa de esperanza leí sobre el desplome de dióxido de carbono en España, Francia e Italia que el satélite de la Agencia Espacial Europea ha constatado tras las medidas de reclusión y la reducción en el uso de combustibles fósiles en el transporte, la industria y la calefacción. «Nunca habíamos visto algo así en Europa», ha confesado Claus Zehner, jefe de la misión Copérnico Sentinel 5-P. Mi padre también me alegró el día con la noticia de que en Murcia en esta jornada hay menos fallecidos que ayer, la mitad de nuevos casos de coronavirus, dos tercios menos de hospitalizados y menos ingresos en la UVI. Bravo.

En mi búsqueda diaria de héroes e iniciativas que ayudan a que esta pesadilla sea más llevadera encontré a Raimundo, un policía de Noreña, en Asturias, que recorre las calles de su pueblo para animar a sus vecinos con mensajes como este: «Estamos haciendo un gesto de amor. Lo hacemos porque queremos a nuestros mayores, a los niños. Pensad en alguien a quien queréis mucho y decid ‘esto lo estoy haciendo por esa persona’. Alguien de vuestro entorno, a quien queráis de verdad. Lo estamos haciendo por él, y por todos. Nosotros no queremos estar tan tristes, nosotros queremos estar alegres». Cada día, a las seis, todos le aplauden; yo, desde que conocí su historia, también lo hago.

«Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda», escribió Santa Teresa de la que hoy se cumple el 550 aniversario de su nacimiento; hoy también recordamos la muerte de Miguel Hernández en la cárcel de Alicante.

Os quiero. Cuidaos.