«El Gobierno lo sabía», titula el diario Abc en su portada de 25 de febrero, al día siguiente de la sesión del Congreso en que el Gobierno pidió una prórroga del 'estado de alarma' por la crisis del coronavirus. La portada la ilustra una foto de la manifestación del 8M en la que aparecen las ministras, la esposa del presidente del Gobierno y algún ministro.

La portada del diario de La Razón del mismo día, exhibe el siguiente titular: «El Gobierno alertó a los médicos del riesgo de virus mientras jaleaba el 8M», y la ilustra con una foto similar a la anterior. Más abajo otro titular sobre el mismo asunto: «Un juzgado investiga si fue delito permitir la manifestación pese a la expansión del coronavirus». Hay que ver cómo acelera el personal cuando quiere.

Herrera, en la COPE, dirige a las feministas, directamente a ellas, la siguiente pregunta: «¿No decíais que el machismo mataba más que el coronavirus?», volviéndose a hacer eco de que la manifestación del 8M ha sido la causa de muchas muertes.

Jiménez Losantos, con su habitual derroche de insultos, improperios y palabras soeces a diestro y siniestro, más lo segundo que lo primero, es decir contra todo aquello que no huela a 'derecha ideológica"', pues todo lo que no se englobe dentro de este círculo merece pasar por la guillotina, nos dice, en medio de un discurso que dura más de veinticinco minutos de radio, que «el Gobierno entero de Sánchez y sus socios de extrema izquierda se merecen una moción de censura [qué democrático y moderado] para echarlos ya». Señala la manifestación del 8 de Marzo como la 'manifestación maldita', y de nuevo acude a la tesis de que este evento es el causante de muchas muertes que han venido después, el foco máximo del contagio.

Su pupilo, el fiel aprendiz Daniel Rodríguez Herrera, de Libertad Digital, va todavía más lejos en su columna titulada Su feminismo mata más que el machismo. No sabemos muy bien a quién se dirige con ese 'su', si a todas las feministas en general o a alguna en particular, porque aunque todas las feministas son dignas de desprecio, algunas, más destacadas por sus liderazgo, lo merecen mucho más. Este 'periodista' llega a calificar las manifestantes del 8M como «esa manifestación de locas del coño». ¿Se puede derrochar más odio?

Esta tendencia narrativa la podemos encontrar en muchos de los medios en un mismo día, sin necesidad de realizar una búsqueda exhaustiva. No es necesario ir más allá en la hemeroteca de los días previos y posteriores en los que podríamos seguir encontrando infinidad de arengas similares. Toda esta soflama, repetida sin descanso, tiene la finalidad de visibilizar la manifestación del 8 de Marzo como el evento que desencadenó el contagio masivo en España, como si de un ángel exterminador se tratara. Afilan su verbo contra las mujeres en general que se manifiestan, esas 'locas del coño', y contra algunas de ellas en particular, que alentaron la celebración, según ellos, como Carmen Calvo e Irene Montero, convertidas en cabecillas de 'la muerte'.

No vamos a debatir aquí y ahora si en el 8M hubo o no contagios porque, a estas alturas del confinamiento y con todos los problemas que acarrea consigo, nos faltan datos y fuerza para pronunciarnos sobre esto, pero sí subrayar que ya algunos estadistas, tras varios estudios, se han pronunciado en contra de que fuera así: no se ha dado un aumento fuera de lo normal las dos semanas siguientes al 8M, momento en el que hubieran dado la cara tal contagio masivo, por mucho que algunos se empeñen en decir lo contrario. Por otra parte, pensamos que seguro que contagios hubo, pero de igual manera que en encuentros deportivos, en las aulas, donde el alumnado asistía a sus clases todavía sin que se hubieran suspendendido, como los habría en cines, teatros o conciertos, en tiendas y supermercados, en calles, metros y autobuses, atestados de gente, en las iglesias, incluso en congresos como el de Vistalegre, donde se celebró el de Vox los días 7 y 8 de marzo y donde Ortega Smith, ya contagiado de coronavirus tras su viaje vacacional a Italia, fue repartiendo besos y abrazos, estimulado por su euforia ultraderechista, seguramente convencido de que el macho ibérico puede vencer al virus.

Pero durante esos días, todavía no se había declarado el estado de alarma ni sabíamos que nuestras vidas iban a cambiar tan drásticamente y en tan poco tiempo, en tan solo unas horas. ¿Debería haberse actuado antes? ¿Debería haberse suspendido la manifestación del 8M, el congreso de Vox y cualquier otro acto multitudinario esos días? Quizá sí, aunque es muy fácil llegar a esa conclusión cuando ya hemos visto cómo han evolucionado los acontecimientos; a posteriori todos somos adivinos, como 'cuñaos', esos sabios tan de moda. No es tan fácil tomar medidas tan importantes en un estado de tensión y urgencia mundial como el que estamos viviendo y en el que detener la actividad económica puede ocasionar problemas tan devastadores para la vida de las personas como el propio virus. Y si se hubieran tomado esas medidas tan drásticas que limitan las libertadas más básicas de los ciudadanos sin los trámites constitucionales adecuados, como si de una dictadura se tratara ¿cuáles hubieran sido entonces las reacciones para rebatirlos? Porque argumentos a favor y en contra los hay para todos los gustos por parte de todos, incluidos los expertos.

Lo que sí se puede concluir de todas estas manifestaciones verbales tan encendidas es que a ciertos círculos ideológicos de este país les viene fenomenal poder matar varios pájaros de un tiro. A la vez que desprestigian y desgastan a un Gobierno que permitió la manifestación del 8M, diciendo que ya sabían cómo estaban las cosas y no hicieron nada por impedirlo, les viene de perlas tener cualquier oportunidad para atacar a los movimientos feministas. Según estas fuentes informativas, la prueba irrefutable de que el Gobierno lo sabía es que algunas de las ministras llevaban guantes de látex para protegerse; ese es su gran argumento y el que repiten sin parar en sus medios ultras, hagan la prueba si no me creen, no necesitan más de cinco minutos para oírlo: ellas sabían que se podían contagiar, pero por conveniencia electoral dejaron que el 8 de Marzo siguiera adelante. De una vez arremeten contra el Gobierno y contra las 'locas del coño' que se manifiestan.

El caso es que estas continuas acusaciones sin fundamento que tratan de señalar, sin pruebas que lo avalen, que el 8M es la causa única y primigenia del contagio masivo, ha conseguido calar en amplios sectores de la ciudadanía, la cual busca una causa y un culpable al que achacar la triste situación que estamos viviendo. Es por eso que es urgente combatir las apocalípticas acusaciones de la ultraderecha con la finalidad de impedir contagiar a la población del otro virus, el de la intolerancia y la desigualdad, y con ello que la desinformación, la propaganda, la intoxicación no continúen inundando a la sociedad de división y rencor.

Más que nunca debemos permanecer unidos para hacerle frente a esta catástrofe que nos ha tocado vivir.