El líder local de Cs ha enviado una carta al alcalde capitalino en la que pone de relieve la falta de coordinación para ayudar a los más vulnerables en esta pandemia, entre ellos 3.000 menores sin beca de comedor.

Por tierra, por mar y por aire. No es la defensa de un territorio o la lucha de los países contra el coronavirus, que definitivamente nos cambiará como sociedad y como individualidades. No se trata de una estrategia del conjunto del país sino de la establecida por Cs en el ayuntamiento de Murcia, socio de gobierno de los populares, y más concretamente la llevada a cabo por su portavoz y concejal de Fomento, además de primer teniente de alcalde, Mario Gómez, que ha contacto con el alcalde de Murcia, José Ballesta, por todos los medios a su alcance para mejorar la gestión que la Administración municipal está haciendo de los recursos públicos para ayudar, sobre todo, a los más vulnerables.

Ha hablado con él, le ha mandado correos electrónicos, le ha enviado señales en notas de prensa, y ahora ha decidido pasarse a la carta y escribirle una misiva en la que pone de manifiesto los graves fallos que está teniendo el Ayuntamiento capitalino en esta pandemia. Esa carta dirigida a Ballesta hace unos días, y a la que ha tenido acceso esta Redacción, de momento no ha tenido respuesta por parte del mandatario municipal, que sigue 'presumiendo' en redes sociales de la gestión que está haciendo su gobierno, en mayor medida, con los más vulnerables para que «nadie se quede atrás», utilizando sus mismas palabras.

Puro espejismo si analizamos la situación. Una de las más graves, la provocada por el cierre de colegios, que ha dejado sin nada que echarse a la boca a 3.000 escolares del municipio de Murcia que tenían beca de comedor (2.000 que paga la Comunidad a cargo de la consejería de Isabel Franco) y otros casi mil que abona el Ayuntamiento de sus fondos. A estas alturas del confinamiento, casi quince días, la concejalía que lleva el asunto, la de Pilar Torres, apenas ha pergeñado un sistema para que esos críos puedan comer. Otros municipios como Cartagena o Las Torres de Cotillas ya han solucionado el problema. Por qué la capital de la Región, con sus casi 3.000 funcionarios o empleados públicos, tantos como niños sin atender, aún no ha planteado una alternativa. ¿Incapacidad, inutilidad, falta de voluntad política o es que realmente les da igual?

Según la carta enviada por Mario Gómez al alcalde Ballesta, es una falta total de organización y coordinación entre los distintos departamentos, que también se puede aplicar en la atención a los voluntarios que quieren apoyar en esta crisis pandémica a los mayores que están solos en sus casas o a los mendigos que, tras habilitar el pabellón Cagigal para acogerlos (posteriormente se dijo que también se atenderían en esa instalación a médicos y enfermeros que lo necesitaran) han tenido que ser trasladados a Mazarrón. Un municipio menos 'potente' que Murcia sacándole las castañas del fuego a la capital.

La Comunidad autónoma ya le dijo al Gobierno local de la Glorieta que ese sitio habilitado no reunía condiciones, un detalle que a simple vista se ve en las imágenes que tanto la concejala de la cosa como el propio alcalde han voceado en redes sociales. Colchonetas en el suelo no es, desde luego, el mejor mobiliario para atender a nadie durante semanas. Tampoco están teniendo suerte, según refleja Gómez en su misiva, los funcionarios que se quedan en la Glorieta a trabajar sin directrices claras ni medios específicos habilitados para ellos, sobre todo, en Servicios Sociales.

Al igual que los que hacen teletrabajo, un sistema que «en un porcentaje importante no está dando resultados esperados teniendo en cuenta la cantidad ingente de dinero que ha invertido esta Administración en informática», reza la carta del primer teniente de alcalde. Gómez añade que «el personal que está trabajando desde casa y está realizando un trabajo que se podría considerar necesario para esta coordinación y llevar a cabo el trabajo decretado esencial necesita terminales telefónicos y se les está negando».

Otro capítulo que no habla muy bien de la gestión de esta crisis es la cantidad de subvenciones y ayudas aún si abonar a organizaciones no gubernamentales que en estos momentos son vitales para familias vulnerables. Por no hablar del personal subcontratado por empresas para atender jardines, limpieza de colegios, etc. que seguían hasta hace unos días acudiendo a sus tareas innecesarias en plena pandemia. Sin embargo, siempre nos quedarán los sardineros, que han donado juguetes con el correspondiente vídeo en redes sociales del mandatario municipal.

Por nadie pase.