Todos estamos de acuerdo en que cuando superemos la crisis del coronavirus serán muchas las cosas en las que tendremos que reflexionar conjuntamente como sociedad humana. La experiencia de cambio será intensa, como intensa será también la forma en la que debatiremos nuestra percepción sobre las relaciones humanas, la globalización, los valores colectivos, el papel de la tecnología, o las inversiones sociales. Y ojalá que tomando decisiones de futuro atrevidas y correctas, tanto individuales como de grupo.

Tantas cosas habría que comentar sobre esta inmensa experiencia planetaria que la tarea casi abruma. Todos y cada uno de los ámbitos de nuestra vida social se están viendo concernidos en una crisis que está resultando un gigantesco y absolutamente imprevisto ensayo sociológico a nivel global.

Una de las cosas en las que reflexionaremos y estaremos obligados a adoptar soluciones de cambio será en la estrecha relación entre salud y conservación del medio ambiente. El concepto, no nuevo pero sí en imparable aumento durante esta crisis global, es el de One Health. Una salud, una única salud que conecta sanidad y planeta, un destino común y una red de interrelaciones global que condiciona la salud de las sociedades humanas con la salud de los ecosistemas, y la salud de los ecosistemas con la de las sociedades.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), junto con la FAO, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y otras agencias internacionales, viene desarrollando el concepto desde hace tiempo a partir de la consideración de las oportunidades ligadas a la protección de la salud pública por medio de las políticas de prevención y control de patógenos en las poblaciones animales en la interfaz entre personas, animales y medio ambiente. La salud humana, animal y ambiental están interconectadas, y no puede entenderse la una sin la otra.

Hay numerosos ejemplos de esta conexión, de la que depende nuestro futuro colectivo. Investíguenlo por su cuenta porque la extensión de esta columna no permite más que alguna píldora. La perspectiva más sencilla de entender del concepto One Health es la forma en la que la degradación ambiental está favoreciendo el incremento de trasmisiones infecciosas entre especies animales silvestres y personas, un ‘salto entre especies’ como el que parece ser el caso del COVID-19. Numerosos estudios demuestran esta relación, como también demuestran la conexión directa entre el cambio climático y la aparición de enfermedades infecciosas en lugares hasta entonces libres de ellas por la llegada de nuevos insectos vectores de microorganismos.

One Health se está mostrando como un concepto potente que deberá desarrollarse en los próximos años y convertirse en políticas reales que consigan que esta locura de crecimiento humano, de desarrollo insostenible, no termine arrasando con todo: ecosistemas, ambiente y salud pública.

Ahora que redescubrimos de forma tan potente la importancia radical de la salud pública en todas las esferas de la vida, incluida la económica, es el momento de dar el golpe de timón a la forma en la que, suicidamente, tratamos al planeta.