Murcia, 24 de marzo

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) le ha dado hoy un zasca en toda la cara al diario La Razón, al hilo de una noticia publicada por el periódico que dirige Francisco Marhuenda y que achacaba al Gobierno conocer con suficiente anterioridad el riesgo de la epidemia por coronavirus Covid-19.

Esta información del periódico del Grupo Planeta fue divulgada también por otros medios de comunicación, y fueron también muchos periodistas y dirigentes políticos, entre otros, los que se encargaron de amplificar esa noticia a través de las redes sociales. Muy pocos de esos multiplicadores de la información errónea acogieron el desmentido del organismo oficial y, cuando lo hicieron, hablaban de que se matizaba la noticia, cuando en realidad era un desmentido en toda regla.

Al igual que otros profesionales de la comunicación institucional, como Amalia López Acera, en los últimos tiempos he puesto en cierta cuarentena la presencia y seguimiento de las redes sociales. Sobre todo, porque observo mucho ruido alrededor, poco respeto a las opiniones y acontecimientos de los otros, y escaso espíritu crítico Reconozco que en los últimos días exploro a quienes sigo en las cuentas de Twitter a ver qué es lo que se cuenta, qué es lo que se dice, qué es lo que se opina, qué es lo que se informa. Y salvo raras voces que apelan a la información pura y dura (que es difícil distinguir) constato un deseo de protagonismo a ver quién dice la burrada más grande, quién la amplifica, quién la dice antes y, sobre todo, quién aparece como más original en este bosque tan frondoso de las opiniones y teorías de lo que parece ser una gran conspiración.

Uno de los elementos a estudiar cuando finalice este confinamiento y se calmen los ánimos será, a mi juicio, analizar el papel que ha jugado cada uno de los actores sociales en este tablero de la crisis por la pandemia. Desde los responsables del Gobierno de España hasta los del Ayuntamiento más pequeño, pasando por los Gobiernos autonómicos.

Desde los diferentes colectivos de empleados públicos al mundo de la empresa, sindical, organizaciones de autónomos, colegios profesionales y sociedades de diverso tipo. También todos los integrantes de las comunidades educativas en sus diferentes niveles, como los y las profesionales de los medios de comunicación. Se tratará de analizar si han (o hemos) estado a la altura de las circunstancias. Si son (o somos) de fiar.

Si resultará de interés, como sociedad, examinar el papel que ha jugado cada uno de esos actores, no será menos vital evaluarnos personalmente sobre qué función nos ha tocado desempeñar en este teatro de nuestro pequeño mundo. Si como padres y madres hemos estado al pie del cañón con nuestros hijos, o somos de los que hemos delegado en la escuela el peso de la responsabilidad en la educación de los menores. Si hemos sido vecinos solidarios, pendientes de aportar un granito de arena en la convivencia en el bloque de viviendas, en la calle, en el barrio o en pueblo. Si hemos caído o no en la compra compulsiva, en justificar si nos hemos saltado el confinamiento, si hemos puesto, en definitiva, todo el esfuerzo que la situación requería, etc.

De ahí en este décimo día de estar en casa, no está de más invitar a callarnos un poco. Ya se sabe que ‘callaíco estás más guapo’.