Día 6. Madrid, 18 de marzo

James Stewart le bastó que Alfred Hitchcock le rompiera una pierna y se la escayolara para quedarse seis semanas encerrado en casa; a mí me han tenido que enviar un virus letal desde China para no salir y pasar más horas que nunca mirando por la ventana.

Prismáticos no tengo, tampoco el teleobjetivo de mayor alcance; hasta hace unos años veía bien de lejos, ahora no tanto, y en el edificio que tengo enfrente no hay ni un alma, así que me conformo con espiar a los que pasean al perro por la calle de abajo; al listillo de turno que golpea desesperado la tienda de Nespresso pensando que va a conseguir las cápsulas para el café de la mañana. Al que aparca el coche y sale corriendo por si acaso lo pillan saltándose el estado de alarma. Al jubilado despistado. Y a la oronda paloma que desde que la ciudad se vació anda posada siempre en la misma rama.

Esto no es Hollywood, sigo en Madrid y, a pesar de sentirme protagonista de una macabra película de que la que desconozco duración y desenlace, no tengo una vecina que baila, tampoco he escuchado gritos ni cristales rotos ni he visto a nadie limpiar un cuchillo ni una sierra de mano. Pero, bueno, queda mucha cuarentena por delante: ayer el Gobierno reconoció que quince días serán pocos y que nos vayamos preparando. Con 14.000 personas ya infectadas, más de 600 muertes, y la posibilidad de que esta cifra suba hasta los 87.000 casos según las previsiones de los médicos de la UCI si no seguimos lo decretado, #YoMeQuedoEnCasa.

¿Conoces a las Hermanas Pin? me pregunta mi hermana en una de nuestras conversaciones interminables. Vaya nombre, les salva el cuerpazo que tienen y el haber puesto a media España confinada a hacer ejercicio para reducir tripa, conseguir unos glúteos de acero, cintura de avispa y de paso, quemar grasa. Ya puestos a elegir me quedo con Space Trainer, entrenador de astronautas, que ha decidido compartir gratuitamente sus rutinas de entrenamiento en las redes sociales. Así que a entrenar como si estuviera en la mismísima en la Estación Espacial Internacional (ISS), ese laboratorio del tamaño de un campo de fútbol que da vueltas a la Tierra a una velocidad endiablada. El ejercicio físico no solo es importante para estar en forma, también regula el ciclo del sueño y las hormonas e influye en nuestro manejo del estrés y las emociones. Pero por favor, que alguien le diga a las monjas de Jesús María en Murcia que dejen de hacer deporte en la terraza, y ojo vosotros: últimos estudios aseguran que el COVID19 puede permanecer en suspensión por tres horas en el aire.

Hendrik Streeck probablemente el virólogo que más pacientes de coronavirus ha estudiado en Alemania, ha llegado a la conclusión de que los infectados, en su fase más temprana, sufren anosmia: pierden el gusto y el olfato. Pero no de cualquier manera: «Llega a tal punto que una madre no podía ni oler el pañal de su hijo», ha contado. Qué disparate. Y vosotros, ¿seguís oliendo un delicioso pollo asado y las lentejas os saben como antes? A mí sí, sin ir más lejos las que ayer cocinamos.

Paciencia y disciplina en altas dosis en lo que necesitamos. Y algo clave: no olvidemos que este esfuerzo descomunal que estamos haciendo servirá para salir de esta cuanto antes. ¿Planes para esta tarde? En casa tenemos Club de Lectura; os dejo, que tengo que elegir qué recomendarles.

Os quiero. Cuidaos.

PD: Mi sobrino me ha confesado que esta mañana ha peleado con su novia para ver quién limpiaba la casa, pero no porque él no quisiera hacerlo, qué va, estaba deseando para pasar el rato. Definitivamente el coronavirus está obrando milagros.