El Universo tiene sus caminos para que los seres humanos volvamos al equilibrio según sus propias leyes. Las sucesivas DANA nos han señalado cuales son los límites que pertenecen a la Naturaleza y los que la especulación le ha quitado. Y muchas otras cosas que hemos ido alterando en estos tiempos llenos de paradojas.

Ahora por la pandemia de un virus hemos llegado al bloqueo. Se ha colapsado la economía, nos hemos recluido y asumimos un parón forzado sin saber ni siquiera cómo usar nuestro tiempo libre porque no hemos sido educados para esto. Pero tenemos la oportunidad de aprender aquello que las catástrofes nos enseñan: lo positivo que es volver a juntar a las familias, en vez de delegar sus cuidados, porque integramos y fortalecemos vínculos.

Morelli, psicóloga social italiana que está viviendo esta crisis y aportando soluciones, ha explicado que la pandemia por el virus COVID-19 nos está mandado un mensaje claro: la única manera de salir de esta es hacer una piña, hacer resurgir en nosotros el sentimiento de ayuda al prójimo, de pertenencia a un colectivo, de ser parte de algo mayor sobre lo que ser responsable. Podemos considerar una parada muy acertada de la sabia Naturaleza, para que asumamos que es el momento de la corresponsabilidad. Un sentimiento noble que nos hace comprender que de lo que tú hagas depende la suerte de todos los que conviven contigo en tu entorno social.

No es momento de buscar culpables ni de hacer reproches; ni siquiera de pensar porqué ha pasado. Ya se encargarán de hacerlo los que deben controlar. En esta cuarentena reflexiva es hora de pensar qué podemos aprender de esta crisis global. Nos recuerda que nuestra suerte es compartida con todos los que nos rodean: cada uno de nosotros y los demás dependen de todas las iniciativas buenas o malas que cada uno haga. Y si reflexionamos, concluiremos que todos tenemos una deuda con el Universo y sus leyes, y que la Humanidad está empezando a pagar su primer plazo con esta pandemia.

Pero no parece que los líderes mundiales estén por hacer este parón reflexivo. Son lamentables las manifestaciones y las políticas de Boris Johnson, Trump y algunos otros, que están dando prioridad a la Economía considerando este episodio como uno más de la Humanidad con su inevitable sacrificio humano. Una limpieza étnica en toda regla, como depuración inevitable de una ciudadanía que tiene que irse por su vejez en beneficio de la diosa Economía. Su teoría es que proteger la Economía es más importante, que es inevitable que mueran aquellos que no resistan al virus, y que los que queden vivirán mejor.

Frente a estos políticos dañinos, el manifiesto realizado por Economistas Frente a la Crisis (EFC) nos insta a la responsabilidad para que no se produzca una debacle laboral con un altísimo coste social como consecuencia de la pandemia. Es momento de cooperar y gestionar con eficiencia y si fuese necesario establecer recargos transitorios o algunos tipos impositivos que permitan financiar o mitigar los efectos de la crisis sobre los sectores mas afectados. No es momento de bajar impuestos ni suprimir los existentes, sino de reflexionar para tomar el camino más solidario. La destrucción de empleo, además de sus negativas consecuencias sociales, retroalimentará la crisis, aumentando sus efectos en la Economía en general.

Decía Hannah Arendt que en política tenemos derecho a esperar milagros y no por superstición, sino porque los seres humanos cuando actúan libremente y en comunidad están en condiciones de lograr lo inverosímil e incalculable. Y esto no es utopía: es la fuerza transformadora de la sociedad cuando actúa para conseguir ese objetivo común de la sociedad del bienestar. Es la sociedad con respuestas.