Confío en que el reconocimiento y valoración de los servicios públicos, y no solamente el sanitario, por parte de la ciudadanía, mantenga un nivel similar cuando dentro de algunas semanas haya pasado la urgencia que ahora nos apremia. Imaginemos esta crisis sanitaria con una sanidad como la estadounidense en la que dispones de servicios en función del seguro que pagas, o simplemente careces de cobertura porque perteneces a ese colectivo de 27 millones de norteamericanos que no disponen de seguro médico.

Afortunadamente, en la mayor parte de Europa y también en España este paradigma, que podría extenderse al resto de servicios públicos como educación, protección social y dependencia, queda lejos de nuestra realidad. O quizás no tanto si recordamos las medidas tomadas por los Gobiernos del PP ante la crisis de 2008 y cómo nos están afectando: pérdida de derechos, recortes en servicios públicos, adelgazamiento del Estado en todos los niveles, incremento de la desigualdad, la pobreza y la exclusión social. En definitiva, menor protección social.

Y este es el debate de fondo, ya que paralelamente a la crisis sanitaria se abre una crisis económica y social de futuro más incierto que la primera y que todos los analistas indican que será peor que la reciente de 2008, de la que todavía no nos hemos recuperado por mucho que a nivel macroeconómico las cifras ya sean equiparables a las de antes de dicha crisis.

Por tanto, la cuestión es cómo saldremos de esta recesión económica que se avecina, si por la vía del austericidio y de la contención del déficit público o bien anteponiendo las necesidades de las personas a los intereses económicos. La anterior trajo unos presupuestos restrictivos con recortes que afectaron a los servicios públicos y la capacidad del Estado para ofrecer cobertura social a parados/as, dependientes y personas en riesgo de exclusión, esta segunda requiere de unos presupuestos expansivos que permitan una intervención del Estado a través de más gasto público, aunque eso suponga mayor endeudamiento.

La mayoría intuimos que repetir las mismas medidas que en la crisis anterior no sólo no es posible sino que es socialmente inaceptable. De la misma forma que también intuimos que más Estado es una garantía para gozar de derechos, servicios públicos y libertad individual. No me cabe duda de que esta será la opción del Gobierno central. No es socialismo, es simplemente sentido común.