Todo eran risas no hace mucho, una semana exactamente. Hemos sido todos irresponsables, empezando por nuestros políticos y terminando por nosotros, los ciudadanos.

Todo ha dado un vuelco, a lo película de acción, estilo Guerra Mundial Z, con el peor de los escenarios por delante. El martes empezaban a bombardearnos con bulos que se hacían virales en cuestión de minutos, el número de contagios no ha dejado de subir y aún se espera lo peor. El aumento de memes recibidos ha ido parejo a la evolución del virus (la frase que más he leído: «Si nos pilla el Apocalipsis que nos pille descojonaos») y no negaré que yo he sido la primera en morir de la risa ante el ingenio de la gente.

Hemos podido ver como las televisiones privadas han vuelto a darnos una demostración cum laude de no tener escrúpulos a la hora de informar o, mejor dicho, de desinformar. Algo estaba empezando a cambiar, pero creo que hasta avanzada la semana no hemos tomado conciencia real de a qué nos enfrentábamos.

Les escribo desde mi casa en Madrid, donde voy a pasar quince días debido a la prevención y el Estado de Alarma que el presidente del Gobierno acaba de declarar. Poca broma ¿no creen?

En la cabeza de cualquiera sonaría espectacular el siguiente escenario: sola en casa teletrabajando. Pero les confieso que mi cabeza no deja de pensar que la semana pasada viajé a Murcia, en tren, estuve con mis padres, sobrinos, amigos, y ahora puedo estar incubando el COVID19, en unos días tener síntomas y haber contagiado a mis padres, que en mi caso como muchos de ustedes saben, están muy delicados, con enfermedad crónica respiratoria y son precisamente a los que más tenemos que proteger. No me lo perdonaría nunca.

Pero como esos pensamientos negativos no van a ayudarme en nada, prefiero pensar en cómo mi abuelo y mi madre me han enseñado a respetar la sanidad pública porque han trabajado en ella toda su vida. Prefiero pensar en lo que nuestro personal sanitario está haciendo por nosotros. También espero sinceramente que aprendamos algo de todo esto: espero que aprendamos a no recortar en nuestro sistema de salud y que valoremos que tenemos la mejor sanidad pública. Así como no quiero olvidarme de las personas que están de cara al público atendiéndonos en los supermercados, plazas de abastos, bancos, farmacias, metro, autobuses€ Gracias por vuestro trabajo y paciencia.

Se nos ha ido la olla esta semana comprando mascarillas innecesarias a precio de oro y geles alcohólicos, por no hablar del papel higiénico y el acopio absurdo de víveres cómo si se fuera a acabar el mundo. Les pido responsabilidad, sentido común y disciplina social.

Vale que vamos tarde en lo que a medidas de contención se refiere y nos aproximamos a un escenario como el de nuestros vecinos italianos. Podrían haberse tomado medidas antes, sí, pero ahora no toca lamentarse, ahora toca seguir a rajatabla las indicaciones que los profesionales nos marcan para salir cuanto antes de esta locura.

Fueron una irresponsabilidad las múltiples manifestaciones del pasado 8M (sí, lo fueron), fue una irresponsabilidad no adoptar medidas de contención severas por parte de nuestros gobernantes (lo fue) pero insisto en que es ahora cuando debemos demostrar que entre todos podemos hacer algo para que la situación no vaya a más.

Hablar desde mi posición quizás pueda ser fácil, no dirijo un país, pero, querido Pedro, un presidente del Gobierno no puede decir que haremos lo que haga falta, como haga falta y donde haga falta. Un presidente del Gobierno tiene que darme seguridad y tranquilidad, un presidente del Gobierno tiene que darme instrucciones claras ante el escenario en el que nos encontramos, por lo que le pido más contundencia en su discurso, una contundencia que nos transmita calma a todos ante una situación sin precedentes a nivel mundial. No tengan miedo a futuro por el rédito electoral que sus decisiones puedan traer.

Creo que el estado de alarma llega tarde, pero ha llegado. Creo que vamos a pasar unas semanas y meses complicados y devastadores para la economía de nuestro país, y es aquí donde espero que este Gobierno esté a la altura y tome medidas que nos ayuden a superar lo que nos viene por delante.

El deporte, el ocio, la cultura, el turismo, las empresas, todo ha quedado paralizado por culpa del maldito bicho. Un bicho que no distingue si eres Ortega Smith, Irene Montero o Santiago Abascal, Bolsonaro o la mujer de Trudeau, mañana podemos ser usted o yo, y en nuestra mano estará salir si todos cumplimos con nuestros deberes.

Nos armamos de razones ante nuestros derechos siempre, pero ¿y qué hay de lo que nosotros tenemos que hacer? ¿Qué hay de nuestra conciencia social? ¿Qué hay de nuestra responsabilidad como ciudadanos?

Tenemos la oportunidad de demostrarnos que somos un país responsable y revertir esta situación a la que nunca antes nos hemos enfrentado. Nuestros mayores necesitan ahora más que nunca que les protejamos y cuidemos. Nosotros mismos debemos cuidarnos para poder cuidar de ellos y de nuestro entorno. Les pedimos a nuestros políticos siempre que estén a la altura, pero ¿y nosotros? Estoy en Madrid, lejos de mi familia a la que no puedo cuidar ni atender por las circunstancias, pero cumplo con mi deber y responsabilidad de ciudadana y me quedo en casa.

Seguro que en la cabeza de muchos madrileños sonaba espectacular irse con sus hijos a la playa, pero no, no tocaba eso, ¿saben a qué han dado lugar? A una decisión dura pero necesaria y que aplaudo por parte del Gobierno regional, como es aislar el litoral por responsabilidad, la que muchos no han tenido. Basta de comportarse como 'cuñaos'.

A la mierda las Fallas, la Semana Santa, la elección de la Reina de la Huerta y espero que el Bando y Entierro de la Sardina en el caso de Murcia, si fuera necesario. A la mierda, ¿y saben por qué? Porque ahora lo importante es salvar vidas, sobre todo las de nuestros mayores, porque para volver a bailar y brindar primero debemos conseguir que todo salga bien y esto acabe pronto.

Tengan paciencia, es el momento de ver todas las series que tenían pendientes, o coger ese libro al que nunca ven el momento de hincarle el diente, o jugar con sus hijos sin tanta táblet o, llámenme loca, hablar con los suyos en casa, porque #YoMeQuedoEnCasa y espero que ustedes hagan lo mismo.