«Conocéis algún putero? ¿Sabéis de lo que hablan en sus foros? Hablan de la resistencia del material que intercambian, hablan de dureza, de calidad performativa, de aguante. ¿Imagináis cuánto respeto hay en ese ambiente hacia las mujeres, no ya como mujeres, sino meramente como individuos perteneciente al género humano?

¿Se puede desde el feminismo defender a los puteros y sus prácticas? Porque si se defiende la pervivencia de la prostitución se defiende y se protege también a su beneficiario, el putero. Cualquier otra afirmación es o bien una incongruencia o bien una mentira interesada.

Quienes apoyan la prostitución hablan de las putas, de lo que han dado en llamar 'la voz puta', pero se cuidan muy mucho de decir 'putero'. Les llaman 'clientes', que es una categoría neutra de comprador con todas las garantías.

Desde las posturas que defienden la prostitución no se alude nunca a lo que hacen los puteros, pero su discurso cimenta el derecho de éstos a hacer uso del cuerpo de las mujeres, mujeres invisibles, mujeres empobrecidas, mujeres racializadas. El putero queda convenientemente oculto, agazapado tras el discurso de la puta empoderada, esa que manda a sus hijos a la universidad, que negocia el precio de su mercancía, que es libre y feliz y que es tan real como un unicornio azul.

Por tanto, el feminismo que acepta la prostitución acepta también:

- la máxima de que los hombres tienen una sexualidad urgente e inaplazable para la cual la sociedad tiene que prever un contingente de mujeres dispuestas al sexo de ellos de forma permanente. Insistimos, el de ellos, la sexualidad de las mujeres prostituidas es meramente instrumental, nunca para ellas, sólo para los hombres.

-que la sexualidad de los hombres es dominante y la de las mujeres sumisa. Son ellos los que tienen el poder adquisitivo, los que mandan y los que deciden.

-que a cambio de dinero todo está permitido, haciendo bueno un principio patriarcal y un principio capitalista al mismo tiempo. La alianza patriarcado y capital nunca es tan fuerte ni tan criminal como en el ámbito de la prostitución.

-que en la búsqueda de la igualdad, la dignidad y el bien común se excluye a las mujeres en situación de prostitución.

-que la denuncia frente al acoso sexual, la violencia verbal, la violencia de género y toda otra expresión de agresión hacia las mujeres queda en suspenso en el entorno de la prostitución.

-que la prostitución es la profesión (que no la opresión como proclamamos las abolicionistas) más antigua que existe, como si todas las mujeres hubiéramos nacido para putas y que, puesto que es ontológicamente imposible combatirla, lo ideal es aliarse con ella y facilitar así las prácticas a puteros y proxenetas.

-que reconoce y da por bueno todo aquello contra lo que el feminismo siempre ha luchado: la percepción de las mujeres como un mero cuerpo. Es más, en prostitución las mujeres no son ni siquiera un cuerpo: sólo un conjunto de orificios.

-que reniega de la Ley Montero en los siguientes puntos: «se considerará ilícita la publicidad que utilice estereotipos de género que fomenten las violencias sexuales contra las mujeres». También se considerarán ilícitos «los anuncios que presenten a las mujeres de forma vejatoria, bien utilizando particular y directamente su cuerpo o partes del mismo como mero objeto desvinculado del producto que se pretende promocionar». Estos principios no operan para las mujeres en situación de prostitución.

Resulta muy triste que sea una parte del feminismo la que luche para que perviva una de las instituciones fundacionales del patriarcado. Os invitamos a que entréis en uno de los numerosos foros de puteros existentes en la web y nos digáis cuánto feminismo hay ahí, cuánto de mínimo respeto hacia las mujeres, y si de verdad es el servicio sexual a ese tipo de hombres lo que debe preservar el feminismo o bien su erradicación.