Como si el feminismo fuera una subasta de Sotheby's ahí tenemos a nuestras políticas pujando por ver quien es la que más y mejor defiende las libertades de las mujeres. Cayetana, Irene, Rocío, Inés, Isabel, parece mentira que sea tan difícil luchar juntas por seguir el legado de mujeres como Clara Campoamor, impulsora del sufragio universal femenino; María Luz Morales, primera directora de un periódico en nuestro país o Federica Montseny, primera ministra de Sanidad, mujeres que lucharon en diferentes momentos de la historia de nuestro país porque nuestra voz contara, porque evolucionáramos y creciéramos. Ahora siento que, lejos de seguir avanzando, nos hemos detenido en guerras dialécticas que se quedan en la forma y no en el fondo. Ustedes no me representan. No hablen en mi nombre, ninguna. Son unas irresponsables.

Basta de reproches. ¿Saben lo que demuestran? Que las mujeres entre nosotras somos nuestras peores enemigas (que no hay peor enemigo para la mujer que la mujer misma), y mientras intentáis quedar una por encima de la otra, enfrente generáis un debate encarnizado de machirulos y señoros, pero también de mujeres que sacan lo peor de sí mismas, polarizando aún más nuestra sociedad y generando una brutal crispación. Entiendo que existan diferencias ideológicas, es natural y en el debate debe estar la riqueza y la capacidad para llegar a acuerdos, pero no me digan que nos enfrentamos a un debate constructivo sobre libertad e igualdad porque no es así. Queda mucho por hacer.

De verdad, señoras políticas, partidos, gabinetes de comunicación, ¿no creen que ya está bien? Hagamos un repaso: 1) siguen muriendo mujeres casi a diario a manos de sus parejas, ¿qué manera de querer les estamos transmitiendo a nuestros jóvenes? ¿De verdad no les preocupa? 2) La brecha salarial, ese gran mito de la izquierda según los señoros de verde. Pues miren, de mito nada, somos el segundo país en el que ese desfase entre los sueldos de unos y otras va en aumento; un país en el que curramos 55 días gratis cada año. Y esto no es una invención, es real y hay que seguir trabajando por equiparar salarios y puestos de responsabilidad en las empresas: estoy harta de las fotos que huelen a naftalina y alcanfor donde sólo veo señores y una o ninguna mujer. 3) Me resulta acojonante, que la proposición de ley de igualdad salarial (que espero que este Gobierno, que apuesta por los derechos sociales, saque adelante) se convierta en una amenaza cuando debería ser algo totalmente normal.

Cayetana, me alegro mucho de que hayas sido una mujer que nunca se ha sentido víctima, pero no todas son como tú y, por desgracia, muchas han vivido y viven en silencio situaciones de verdadero sometimiento y humillación. Otras mueren, muchas pasan por un infierno que parece no acabar nunca, así que no me vengas con tus lecciones de soberbia, porque son inaceptables. Deberías ser más responsable, hablas por muchas mujeres que han votado a tu partido y que te aseguro que no piensan como tú (afortunadamente). Compórtate en tu entorno y con los tuyos como la mujer que quieras ser, pero deberías dar ejemplo y no dar vía libre a ese espantoso discurso del 'no es sí'.

Rocío, te aseguro que, con tu slogan de campaña para este 8 de Marzo en mi nombre no hablas. Tu partido y personas como tú hacéis que grite más fuerte si cabe por mi libertad. Porque mueren mujeres a manos de sus maridos, parejas o novios; porque nos humillan, nos violan y nos vejan bajo el sacramento del matrimonio y por ahí, querida, no paso. Han sido muchas las que, en nuestro país y durante muchos años, han agachado la cabeza y sufrido porque 'había que aguantar, había que quedarse'; hoy ya no. No hay que permitir que suceda, por eso no se puede tolerar que compares las agresiones a hombres a manos de sus parejas con las catorce mujeres asesinadas en lo que llevamos de año y las 1.043 desde el 2003. Si vosotras, señoras de verde, queréis agachar la cabeza y aguantar (porque así Dios lo quiere) sois libres, pero somos muchas más las que queremos protegernos para que ninguna tenga que sufrir miedo, recibir palizas o perder la vida.

Irene, quizás si en vez de 'sola y borracha' el enfoque hubiera sido otro te hubiéramos entendido mejor. He tenido que leer muchas coñas de tías a las que considero inteligentes, que quizá han tenido la suerte de no encontrarse en un portal con un desconocido que se cuela y te pega el susto de tu vida. En cuanto a lo de beber, a fe mía que bebo, y quizá para muchas de esas tías que, tirando de ironía, se ríen del eslogan, yo sea un orco porque vuelvo sola a casa, pero saben qué les digo, que me alegro de que todas esas tías tan chulitas que esta semana se jactaban no tengan que mirar para atrás cada dos por tres para llegar cuanto antes al portal. Aunque, quién sabe, quizás lleven a su peor enemigo al lado. Lo que tengo claro es que quiero ser libre y no tener miedo por tener tetas y no tener fuerza para enfrentarme a alguien que me dobla el peso o que no tenga nada que perder y le de igual todo con tal de forzarte, asustarte, divertirse o reírse. Los acomplejados tienen que destrozarnos la vida para calmar sus inseguridades y frustraciones y llega un momento en que hay que decir basta. Respeto señores, empatía, y, sobre todo, educación.

Educación en los colegios, en casa, en la calle. Sin educación no vamos a ningún sitio. Miren si vamos mal que los intereses políticos están por encima de lo importante, sino de qué el absurdo pin parental y su sinfín de mentiras. Es mejor ocultar, engañar y soltarles a nuestros hijos los topicazos de siempre y que sean ellos quienes, desinformados, aprendan, por ejemplo, cómo son las relaciones sexuales a través del porno: ¡qué bonito y qué bizarro, joder! Y mientras, ahí andan ustedes, haciendo todo lo posible por cargarse nuestros derechos a golpe de detalles y absurdeces como no apoyar una declaración institucional para celebrar el Día de la Mujer. Sigan así, lo están haciendo muy bien.

Yo, por mi parte, seguiré el consejo de una señora de 90 años (una de las primeras científicas del siglo pasado) que, una noche, sentada junto mar, me dijo que siempre lucharía por su insobornable voluntad de ser libre. Desde ese momento hice mía su frase, con su permiso y mi total admiración. Me considero libre para elegir, vivir, sentir, decidir, hacer. No hay que tenerle miedo al feminismo, es natural, somos iguales por mucho que la historia haya querido que las mujeres estemos siempre por debajo. Eso, señoras y señoros, se acabó.