Vióse el memorial de los Comisarios nombrados por la Ilustre Cofradía de Nuestra Señora del Rosario de esta Ciudad para la obra del camarín que se le pretende hacer, en que dicen que para su principio a su fábrica, tienen licencia del dueño de la casas de los Almodóvares, con quien ha de confrontar; y que por lo que mira a la calle que va hasta la puerta de Santo Domingo al mercado, donde se ha de ejecutar, suplican a la Ciudad conceda su beneplácito a la Cofradía para ello por no resultar embarazo al comercio de dicha calle, ni otro general ni particular.

Al parecer, a los intrépidos lectores del Itinerante les gustan las anotaciones de carácter historicista. Y es de agradecer. En esta población hay lugares de referencia por los que pasa mucha gente de forma cotidiana. Y pocos se preguntan quién y cuándo hizo aquello. Sería el caso del Arco de Santo Domingo. La historia de los dos edificios que une daría para muchas páginas enteras del diario. Por un lado el edificio de los 'salvajes', hacia la Trapería. Y por otro la presunta iglesia. Y es el caso que todo se une. Si miramos hacia el templo, al norte, se encuentra una de las más antiguas capillas que construyó la Cofradía del Rosario. Hacia la Trapería, el monstruo que ha adquirido una conocida empresa murciana, reformado por la familia Almodóvar en su momento y luego por diversas entidades (no se sabe si existe alguna relación con el maestro del cine). El caso es que aquella familia era miembro muy activo de la cofradía de la titular, y que, al parecer, el camarín o altar primitivo de la Virgen era muy discreto. Las dos entidades se coaligaron para construir un camarín para la talla. Que es lo que hay encima de ese arco. Es decir, que cuando un joven guitarrista que suele buscarse la vida tocando bajo ese arco le está viniendo la bendición del Rosario. No es cuestión de creencias sino de música. Y el chaval toca bien.