Hace unas semanas vi con mamá una de esas pelis que no pasan de moda, Uno de los nuestros. ¡Qué peliculón! decía ella mientras Joe Pesci no dejaba títere con cabeza y se quitaba de enmedio a todos los que le estorbaban o no eran de 'la familia'.

Disculpen la asociación de ideas, pero salvando las distancias, esto lo digo por los ofendiditos y de escasa comprensión lectora, hablemos de familias: ¿cuántas familias tenemos? Está la que nos toca al nacer, la que elegimos, con nuestros amigos, la política si te casas o arrejuntas; y si eres masoca, comprometido y te afilias a un partido político, te cae una familia o una cruz, no sé qué es peor.

La familia de la política, cuántas satisfacciones te da, cuántos amigos y reconocimiento. La misma que cuando menos te lo esperas te deja en la estacada, esa que cuando eres crítico con tu propio partido se aparta o te aparta y, si pueden, encuentran una excusa y te echan. Eso sí, siempre con un abrazo, tirando de cinismo con un tuit muy sentío. Bueno será siempre que la oposición te alabe cuando te vas€ y no veas cómo eso a tu 'propia familia' le escuece.

Esa familia es la misma que el pasado domingo apartaba a Alfonso Alonso de la candidatura a lehendakari por el PP vasco. Esa que antepone el control del partido y del poder a los intereses de los ciudadanos ante unas elecciones en Euskadi. Esa que estaba deseando quitarse a Alonso por ser uno de los pocos supervivientes de centro que le quedan al partido, por haber votado en el congreso nacional otra candidatura, por plantarse ante un acuerdo sin sentido con Cs y no tener las simpatías de Casado.

A golpe de tuit nos enteramos por el propio Alonso y una rueda de prensa posterior del secretario general del PP que se daba carpetazo a la crisis de ese partido en el País Vasco desempolvando del baúl de los recuerdos a Carlos Iturgáiz.. Nunca dejarán de sorprenderme.

¿Dónde estaba Carlos Iturgáiz? Hace apenas once meses se despedía de la familia política tras no haber conseguido escaño en Europa por ir en lista para rellenar en los puestos más bajos. Pero es lo que tiene la familia que, en cuestión de minutos te cogen de la cara, te dan un beso en la frente, te ponen a calentar por la banda, te hacen creer en los cantos de sirena, tu teléfono vuelve a echar humo y estás de nuevo en la pomada. La familia y la política son así.

Para mí fue una falta de respeto a la trayectoria y dedicación de Alonso la rueda de prensa del pasado domingo en Génova. García Egea no llevaba ni pañales cuando Alfonso Alonso, Sémper o muchos otros se partían la cara por el Partido Popular en el País Vasco, y apenas salieron palabras de agradecimiento hacia él: «Alonso recibió el cariño del PP vasco; ahora hay que centrarse en los vascos y sus problemas». Imposible no pensar en miembros de la familia que no reconocen al PP que lideran unos aficionados que se creen Joe Pesci o Robert DeNiro y sinceramente más que en una película de Scorsese están en una de la saga de Torrente de Santiago Segura.

Volviendo al Renacido, Iturgáiz, un escalofrío me recorría por la nuca al escucharle sus primeras declaraciones, en las que asegura sentirse muy cómodo con 'Santi' Abascal, y sin pudor alguno dice que quiere 'aunar fuerzas' con Vox, que le gustaría tener el voto de los electores de ese partido, a los que asegura que no 'defraudará'. Además, se ha deshecho en elogios hacia el presidente del partido de extrema derecha asegurando que es una 'magnífica persona' y que fue su presidente en Nuevas Generacions cuando él estaba al frente del PP vasco. Se acuerdan de lo que es una 'era' aparte de un trozo de campo; pues eso, el pasado. No reconozco los giros de la gaviota, se me revuelve todo al ver que el primer acto preelectoral será una puesta en escena sin escrúpulos para recuperar el 'Espíritu de Ermua'; se me revuelven las tripas como parece que hay que tener a ETA siempre presente, cuando lo que hay que hacer es avanzar.

Me espanta que Arrimadas tire de populismo diciendo que no tiene 'ningún problema' con que Ciudadanos comparta coalición electoral con «el partido de María San Gil, de Gregorio Ordóñez, de gente que ha sido asesinada a sangre fría por ETA o que se ha pasado muchos años mirando debajo del coche». Señora Arrimadas, hace tiempo que no hay que mirar debajo del coche; no por ello hay que olvidar, pero creo que basta ya. Nunca un grito como el que hizo que todos nos uniéramos por el fin del terrorismo cobra ahora más sentido para pedirles a ustedes que dejen en paz a las víctimas y su sufrimiento. Basta ya, les digo yo a ustedes.

Creo que Partido Popular y Ciudadanos deberían hacerse mirar sus discursos de cara a las elecciones autonómicas que vienen. Sólo más allá del muro, allá por tierras gallegas, tenemos al único de una de las familias que por el momento es intocable, Feijóo, el único de centro que le queda al PP y que solo espero que en las próximas elecciones arrase para dar un puñetazo encima de la mesa a la derecha más rancia de su propio partido a ver si reaccionan, porque quizás si dejaran de provocar, mentir y manipular discursos, les iría algo mejor, pero se están ganando a pulso no obtener ningún diputado en el País Vasco. Si eso ocurre, que último baje la persiana y apague la luz. Y cuando se apaga la luz sólo queda el vacío y la familia desaparece:

«Lo que más me costaba era dejar aquella vida, me gustaba esa vida, nos trataban como a estrellas de cine peligrosas, teníamos todo sólo con pedirlo». Ray Liotta en Uno de los Nuestros.