Nunca imaginábamos que ese recorrido era un viaje metafórico por encima del teatro romano, desde la summa cavea hasta el pórtico pasando por la escena. Un teatro, que yacía oculto bajo nuestros pies, del que ni los más eruditos intuían su localización y ni mucho menos que supondría un revulsivo para una ciudad que zozobraba hacia el naufragio. Una Ciudad Tiovivo (CT) que necesitaba una vez más resurgir cual Ave Fénix.

El antiguo barrio de pescadores, junto a la Iglesia Mayor, inició su degradación en la Guerra Civil, en los 60 sufrió el abandono poblacional y la crisis de los 80 lo remató. En este sector, a las mañanas tristes y grises les seguía la marcha nocturna de los fines de semana.

En ese decadente contexto se derriba en 1986 la Casa-Palacio Condesa Peralta por lo que las Administraciones proyectan un Centro de Artesanía para revitalizar la zona. En 1987 se realizan sondeos arqueológicos que constatan ricos elementos arquitectónicos romanos que coinciden con el descubrimiento de la Muralla Púnica, sin saber que ambos yacimientos supondrían un cambio de rumbo para la ciudad.

En 1988 se realizan excavaciones para valorar los restos antes de la nueva construcción. Es otro año para las casualidades del destino, se inaugura el nuevo estadio de futbol renombrado como Cartagonova; una señal del destino.

El 6 febrero 1990 es un hito arqueológico porque el profesor universitario Sebastián Ramallo identifica las estructuradas como un teatro romano. Y por casualidad, tuve la suerte de participar en el descubrimiento. No existían evidencias de un teatro, pues su traza había desaparecido bajo 2000 años de historia. Era un auténtico descubrimiento en contraposición al anfiteatro cuya ubicación siempre se conoció. Ante la trascendencia del hallazgo y la sensibilidad del arquitecto, Pedro San Martín Moro, se decidió conservar y recuperar los restos.

Ese mismo año una productora norteamericana busca localizaciones para su película Navy Seals, ambientada en el Irán del ayatollah Jomeini y protagonizada por Charlie Sheen. Tal es la degradación del barrio que escogen el entorno de las excavaciones para rodar. Así mismo, ese año ocurre otro anticipo de la metamorfosis venidera, la creación de las fiestas de Cartagineses y Romanos que contextualizarán con la nueva ciudad arqueológica.

Aquel 1990 y siguientes serán decisivos para el cambio socioeconómico de Cartagena, sucederá el fin de la minería (1991), la quema de la Asamblea Regional en el punto álgido de la crisis industrial (1992), el abandono de instalaciones militares (1993). Y, por otro lado, la creación del equipo de futbol Cartagonova FC (1995), otro guiño al pasado que será futuro. Y lo más esencial, un convenio (1996), entre Comunidad ( Ramón Luis Valcárcel), Ayuntamiento ( Pilar Barreiro) y Fundación Cajamurcia ( Carlos Egea Krauel), gracias al cual el trabajo de campo y laboratorio cogen ritmo incluyéndose visitas en directo.

En el 2000, se encarga el proyecto integral a Rafael Moneo, quien de forma conjunta trabaja con el equipo de arqueología y restauración con magníficos resultados. Se ha culminado una cuenta atrás de veinte siglos que van desde el teatro (I), complejo comercial (V), barrio bizantino (VI), época islámica (XI-XII) y así hasta nuestros días (XX) En 2003 se crea la Fundación Teatro Romano, y en 2008, después de 2000 años desde su inauguración, se reinaugura el teatro convirtiéndose en el referente cultural y museístico más importante de la región.

Y por qué Moneo. Por su experiencia en Mérida y por ser un arquitecto de ciudad. El proyecto en el conjunto monumental implicaba una adecuación urbana como ya hizo aquí el emperador Augusto. El teatro se diseñó con el modelo estandard de Vitrubio, pero el proyecto de Moneo es único y cada uno tienen valores diferentes.

El proyecto salva la diferencia de altura y conecta edificios a través de pasillos subterráneos y sistemas de comunicación con gran maestría. El acceso, a través del Palacio Pascual de Riquelme está en entorno privilegiado junto al puerto y frente al Ayuntamiento modernista. Tras el prólogo en el primer túnel se desarrollan las salas principales que reciben a las piezas con maestría luminotécnica. Y el segundo túnel te sumerge en la pequeña Roma antes de alcanzar el clímax con la puesta en escena de la arquitectura teatral cual si espectador romano fueras.

El de Cartagena es más que un teatro, pues a los restos y la regeneración urbana se le suma una variedad patrimonial única (Palacio Riquelme, iglesia Santa María, refugio Guerra Civil) y un proyecto contemporáneo magnífico que recibió en 2010 el Gran Premio de Patrimonio Cultural Europa Nostra.

El teatro es el buque insignia de una ciudad resiliente que renace, ha sustituido al submarino Isaac Peral como icono turístico y ahora éste es su antagonista, es imagen del equipo de futbol y ha coprotagonizado, junto a José Mota y Salma Hayek, la película La chispa de la vida, de Álex de Laiglesia porque aquí ya no se hace teatro pero sí cine. Y por qué, pues porque existe un teatro contemporáneo al lado, además de El Batel.

El Museo del Teatro Romano es el más visitado de la región y uno de los mejores considerados a nivel nacional e internacional. Y la persona que lo ha vivido desde el principio es su directora, la arqueóloga Elena Ruiz Valderas, quien el 5 de febrero ingresó en la Fundación de Estudios Históricos y que «comprende la esencia del teatro como lugar de diálogo y encuentro». Según Concepción de la Peña, Elena «se ha impregnado del carácter poético e invencible de los romanos, buenos gestores de lo público».

Como dice Ruiz Valderas, «para conseguir ser Ciudad Patrimonio de la Humanidad hace falta una propuesta sólida» y por eso la ciudad tiene más planes; el anfiteatro, el pórtico, Museo del Foro y el plan director de la Catedral Antigua que deseamos no se cubra y conserve su miniskyline, ya consolidado como imagen icónica, y espero se desarrolle mi propuesta para su entorno.

El reciente 6 de febrero se conmemoraba el treinta aniversario del descubrimiento del Teatro Romano y Cartagena ya es la capital turística de la Región, además de legislativa y marítima. De ahí el reciente traslado de la consejería de Turismo a la ciudad portuaria. Murcia envidia el patrimonio cultural y el proyecto de la ciudad departamental, pero ahora son los cartageneros los que envidian el presupuesto para el yacimiento de San esteban.

Así que deseo que San Esteban siga los exitosos pasos del Teatro Romano y que el proyecto de Ciudad Patrimonio de la Humanidad arribe a buen puerto, el de Cartagenova, una Ciudad de Tesoros gracias a ser Puerto de Culturas.

«Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos». Jorge Luis Borges