Me quito el sombrero ante los miles de cartageneros que trabajan cada año por mostrarnos y compartir con nosotros un Carnaval y, sobre todo, porque lo hacen sin complejos, sabedores de que les toca ser el patito feo frente a otras fiestas de nuestro municipio, como los Carthagineses y Romanos o la Semana Santa. Los disfraces, los bailes de los grupos coreográficos y la calidad de las sátiras de las chirigotas no son algo para tomarse a risa, sino el reflejo de muchas horas de trabajo serio y de ensayos interminables que se merecen ser declarados de una vez de interés nacional, como reclaman los dirigentes carnavaleros. Nos sumanos a esa petición, porque poco tienen que envidiarles nuestras comparsas y nuestros espectáculos a otros de mucho más renombre, pero de similar o parecida calidad. Ahí queda eso.

Y menos mal que estamos en esa época del año en la que se puede hacer burla y critica prácticamente de todo, en la que se hace un chiste hasta de algunas tragedias y puede uno desquitarse con gracia e imaginación ante tantos despropósitos que presenciamos en los noticieros. Porque no sé si ustedes se disfrazarán hoy para el desfile o para lucirse por la calle, pero, entre unos y otros, a nuestra ciudad, a nuestra Región y a nuestro país nos están haciendo un traje.

El panorama en nuestro municipio se presenta cuanto menos inquietante. En materia turística, ya hemos hablado del descenso de visitantes que hemos experimentado como consecuencia, más que probablemente, de la lamentable situación del Mar Menor, con el que siguen erre que erre. Me avergüenza escuchar a unos y otros echarse las culpas de que el otro no está haciendo nada, cuando deberían dirigir su dedo acusador contra ellos mismos. Pero eso de haz el bien y no mires a quién no se estila mucho en política. No se explica de otro modo que de todas las regiones afectadas por la borrasca Gloria, la nuestra, la de Murcia, la única en la que Vox se impuso en las pasadas elecciones generales sea la única que se queda sin un euro de los casi veinte millones de euros que el Gobierno central y bicéfalo de Sánchez e Iglesias destina para paliar los daños de ese temporal. Lamentable escuchar al nuevo delegado del Gobierno tratando de justificar algo que todos sabemos cómo se llama. Lo que me pregunto es si llegan a creerse lo que dicen. Porque la consigna en los partidos de echar mierda encima de la formación contraria es tan evidente que recurren a ella incluso aunque no les des motivos para ello.

Por cierto, que este desplante a nuestra Comunidad me recordó una noticia sobre el Brexit con la que aluciné hace un par de semanas. Fue en La 1, la de todos, o eso dicen. Hablaban del impacto del Brexit en España y mostraban un mapa con las regiones donde más británicos residían coloreadas de rojo. Así aparecían Andalucía y la Comunidad Valenciana, mientras que la Región de Murcia lucía como una mancha clara y deliberadamente brillante entre las dos. Desconozco las estadísticas al respecto, pero a nadie escapa que nuestro litoral está repleto de ingleses, aunque debe ser que pintan lo mismo que nosotros cuando se trata de salir en la tele.

Aunque para lo que salimos, más nos valdría borranos de todos los mapas. Ya quedan lejos los tiempos en los que podíamos presumir de tener al alcalde más chulo de España. Y mucho más cerca tenemos los titulares en medios nacionales que alertaban de que Murcia y Cartagena eran grandes focos de contaminación por culpa de una enorme nube de polvo africano. Menos mal que estas semanas, la noticia por la que nos admiran en todo el país encaja a la perfección en el tono que debe reinar en plena semana de Carnaval. Además, nos hemos promocionado de la mano de todo un líder de la pequeña pantalla (que cada vez es más grande) como Andreu Buenafuente, que nos comparó nada menos que con The Beatles para mofarse de que hemos pintado nada menos que 24 pasos de peatones en un tramo de calle de ochocientos metros. Que sí, que es verdad, que nos lo ganamos a pulso. Que a este paso desbancamos a Lepe en el ránking de chistes surrealistas.

Aunque no voy a cometer el mismo error que nuestro Gobierno central y marcar los temas que interesan o no sobre los cartageneros, pocos en esta nuestra España saben que nuestros restos arqueológicos, los hallados y los que aún quedan por descubrir, conforman un conjunto comparable a los de la archiconocida Pompeya. Pocos en nuestro país saben que nuestro puerto es líder nacional en tráficos tan relevantes como el de graneles líquidos o el de ganado vivo y está en el top ten de las escalas de cruceros. Pocos conocen nuestro legado cultural, nuestras procesiones, nuestra trimilenaria historia. Eso sí, todos tienen marcado en rojo peligro nuestro Mar Menor. Y muchos miran a los agricultures como los principales responsables. Que tanto cebarnos con ellos que, al final, se les ha agotado la paciencia y se han revuelto, aunque no solo los de aquí, pero a los nuestros los señalamos encima como el origen de los mil venenos que matan a nuestra laguna. Y eso lo vamos a pagar todos, porque puede que dejemos de ser la huerta de Europa.

Nuestra industria parecía escaparase de la vorágine decadente hacia la que nos estamos desviando, si nadie lo remedia, pero también este sector se ha sumado a la debacle con el anuncio por parte de Sabic del cierre de su planta más moderna y el consiguiente despido de 95 trabajadores, que no tienen más remedio que aceptar y creerse las razones que esgrime la multinacional. Ellos y los cientos o miles de trabajadores directos e indirectos que viven del complejo industrial de La Alcorta, que ya son plenamente conscientes de que su futuro está en manos de ese ente tan etéreo como real que llamanos mercado. En realidad, lo estamos todos. Bueno, de eso y del coronavirus, aunque este último parece perder fuelle entre los grandes titulares.

En definitiva, vivamos el Carnaval con alegría desbordante, porque, después, llegará la abstinencia y el ayuno. Esperemos que sea solo el propio y voluntario de la Cuaresma y no el anticipo de una crisis como la de no hace tanto para la que nunca estaremos preparados.

Que todos se quiten la careta y el disfraz de su partido, que dejen de ser chaqueteros, que mojen su camiseta o su traje, que se pongan en los zapatos de los parados, de los afectados por la agonía del Mar Menor y por las Danas, de los agricultores, de los que ya sufren y sufrirán el bajón turístico del próximo verano€ Si lo hacen, me quitaré el sombrero. Aunque mucho me temo que nos tocará a todos apretarnos el cinturón. Otra vez.