Un relator. Eso parece que necesitan el PP y Cs en la capital de la Región a la vista de que no se entienden y de que cada uno va por su lado en el gobierno de coalición que tomó posesión en junio pasado y que ya lleva trabajando ocho meses con poca fluidez y con momentos de tensión, casi dramáticos en algunos momentos, que demuestran que no hay unión ni comunicación entre ambos partidos.

Lo primero que haría ese relator sería sentar uno frente a otro a los dos máximos mandatarios de los 'dos gobiernos existentes', que no son otros que el alcalde de Murcia, José Ballesta, y el primer teniente de alcalde y concejal de Fomento, Mario Gómez. Sacar el resentimiento que llevan dentro para así exorcizarlo y poder superar los primeros meses de desencuentro sería el objetivo de ese encuentro bilateral. Algo habitual en parejas mal avenidas que quieren darse una segunda oportunidad. Claro está, siempre que estén dispuestos a que su unión llegue a buen puerto y a final de mandato.

El líder municipal de Ciudadanos explotó el lunes pasado y, en una rueda de prensa con sus tres compañeros de filas, echó en cara a los populares su forma de gestionar y su poco interés para cambiar la inercia del gobierno que ha estado en sus manos más de dos décadas. Además de las denuncias que Gómez ya ha realizado en alguna ocasión sobre contratos, operaciones colusorias y prácticas de legalidad dudosa, la gravedad del asunto es que acusó al PP de torpedear la gestión pública del Ayuntamiento y de ningunear los proyectos y responsabilidades de los concejales naranjas. Unos hechos que así narrados son de increíble factura por cuanto afectan a los servicios públicos municipales que atienden los requerimientos de la población.

El primer teniente de alcalde y sus concejales hicieron un acto de sinceridad que parece que ha servido de bien poco a tenor de la respuesta recibida por parte de sus 'compañeros de equipo' empeñados en seguir por la senda en la que van. De hecho, en la primera junta de gobierno (el pasado viernes) tras los disparos naranjas, no hubo ninguna reflexión por parte del PP que hiciera entender a Cs que la actitud iba a ser distinta. Es más, volvió a vivirse un enfrentamiento por la gestión de una de las concejalías entre ambas bancadas, que deberían remar en la misma dirección.

El problema es que llueve sobre mojado y la paciencia de los naranjas tiene un límite. Ya han advertido que no están dispuestos a pasar todo el mandato así, de sobresalto en sobresalto, y viendo cómo el alcalde pone cuerpo muerto ante sus reiteradas quejas. Es más, Ballesta, como respuesta a la rueda de prensa de Cs, lo que hizo fue llamar a Madrid para quejarse del trabajo que está realizando Mario Gómez, un político que tiene las cosas claras y que en su primera entrevista como concejal de Fomento ya dijo que venía a «educar al PP». De momento no parece que lo haya conseguido y lo que sí está claro es que ambos partidos están on fire. Por nadie pase.

Más reuniones con pedáneos

La idea de poner orden a los contratos menores de pedanías lleva de cabeza al Gobierno local. Tanto es así que, hace unas semanas, el concejal de Pedanías, Marco Antonio Fernández, reunió a los presidentes de las juntas de vecinos o alcaldes pedáneos del PP para informarles de que tenían que presentar tres presupuestos de tres empresas diferentes para hacer las obras menores de las distintas localidades, un procedimiento que a veces se hace por esos lares, pero que no era obligatorio hasta ahora. Los alcaldes pedáneos están que trinan porque eso significa añadir más burocracia y más lentitud a los procesos de adjudicación. Tampoco los funcionarios asignados a las juntas están por la labor.