No sé quién eres y qué pretendes realmente, pero has logrado en poco tiempo reunir un coro de voces diversas que no tiene problema en desafinar discursos trasnochados que desgañitan bajo la máxima de que solo por bramar llevando la contraria la razón está de tu lado. Se te olvida que para hablar hay que escuchar primero, algo que ya sé que no concibes porque eso sería respetarnos y has decidido negarnos hasta las migajas de la consideración. No pasa nada, llegado el momento te podemos pagar con la misma moneda. No en vano hay quien opina que para callarte bastaría con no responderte, pero como soy una kamikaze prefiero contrarrestarte pidiéndote algo inconcebible: escúchame en nombre de las que ya no están y de las que quieren seguir estando hasta que entiendas que tenemos un problema que debemos solucionar de forma unitaria, juntos, en un plural que nos haga buscar soluciones y no generar nuevos abismos. ¿Te atreves? Yo sí.

Para ello lo primero es reconocer algo obvio: la violencia de género sobre las mujeres por parte de agresores masculinos es un mal endémico que no hemos logrado superar pese a la progresión de la sociedad. Somos nosotras las que la sufrimos con una crueldad incomprensible como demuestran a diario las noticias y las cifras del maltrato. Datos oficiales en una realidad televisada al segundo que cuestionan tus ditirambos numéricos y tus juegos conceptuales. Recuerda: una mentira repetida no deja nunca de ser una mentira aunque tenga eco.

Cuando nos matan, porque te repito que hay mujeres asesinadas por el simple hecho de ser mujeres en la España del siglo XXI, no deberías negar la causa de la muerte escudándote en pancartas y discursos que lo cuestionen. Ten presente que nuestra muerte no debe ser usada nunca, ni por quienes como tú quieren cambiar los motivos de los hechos, ni por quienes siendo conscientes de ello nos usan para contrarrestaros. No somos medallas ni mártires, sino inocentes a las que esta cruel disputa resta una parte del dolor que nuestra pérdida ocasiona en la sociedad. No os olvidéis: somos las protagonistas de una historia que lucha por tener un final sin continuidad. De ti ello también depende.

Te preocupa el papel que juega en esto la ideología de determinada vertiente. Es curioso, ser feminista es una corriente destinada a empoderar a la mujer y convertirla en activista de la guerra de sexos, pero cuando nos cosificas en el rol de madre y esposa no lo vinculas con ideas concretas, apelas a la costumbre, la moral, la religión y la tradición. Armas poderosas para dominar el mundo. Lástima que eso ya no estén legitimadas hoy porque, por si todavía no te has dado cuenta, no solo no vamos a ceder un milímetro en las libertades conseguidas, es que queremos aumentarlas buscando la igualdad entre hombres y mujeres. Ya sabemos que esto te va a costar, no pasa nada, somos pacientes, tenemos en cuenta que alguien como tú negó a vuestro mesías tres veces antes de reconocerlo. Nosotras somos de carne y hueso, es normal que tardes más tiempo, por mucho que eso nos esté pesando.

Pues debes entender que basta que uno nos cuestione para que otros se sumen a nuestra derrota. Así prefieres dudar de nuestro dolor en defensa de nuestro maltratador basándote en que la mentira es nuestra única verdad, esa es tu ficción, donde todo es contrario a la realidad. No olvides que él tendrá el amparo de la ley para defenderse siempre, mientras a nosotras nos ofreces el estigma de la culpa sin concedernos ni un segundo el derecho a ser víctima. Solo pedimos que creas nuestro dolor con la misma convicción que rezas el credo de la religión que llevas tatuada en tu discurso sin que nadie te haya dado patente para ello.

Nosotras ya hemos puesto la mejilla demasiadas veces, ahora ya eso no vale para callarnos, y no lo vamos a hacer nunca por mucho que grites y tus voceros te blanqueen. En este presente ya no cabe tu pasado. Y el futuro no puede mantener tu discurso. Estamos en ello. Solo nos queda que cumplas con tu dogma de llamar a las cosas por su nombre.

¿Te animas a intentarlo? Nosotras te podemos ayudar. Aquí nos tienes, siempre dispuestas a luchar porque no queremos que nos protejan, sino que nos dejen ser libres.