Cada treinta días, en la antesala del último domingo antes de que caiga la hoja del almanaque, elegimos en LA OPINIÓN a quien, en la jerga interna denominamos 'el empleado del mes': personas o colectivos sobre los que, al filo de la actualidad, decidimos que merecen el aplauso de nuestra sociedad y a los que etiquetamos como Importantes. No es tan fácil, porque a veces la cosa está competida y, ya se sabe, cada sección tira para lo suyo, pero la resolución final siempre es indiscutible. A final de año, cuando hacemos recuento, nos topamos con un panel que nos pone los pelos de punta: cuánta gente maravillosa hace cosas maravillosas. Vista la experiencia de las tres últimas ediciones, el común denominador es apabullante en favor de la cultura, el espectáculo, el deporte, el emprendimiento, el activismo social y la emergencia femenina en todos los campos de actividad. Esta recopilación de excelencia constituye un chute de optimismo que, como en Mayo del 68, nos indica que bajo los adoquines está la playa. Bajo los adoquines de los titulares de cada jornada, que en general convocan a la melancolía, hay gente que hace cosas importantes, que se rebela contra la mediocridad del guion de la política ramplona que colapsa la actualidad, y lo hace sin necesidad de refugiarse en banderías o en ñoñas tradiciones de santoral. En la Región de Murcia hay vida.

Cuando el pasado jueves concluyó la gala de entrega de estos premios, celebrada en el Teatro Circo de Murcia, el director del periódico dictó al redactor de Cierre un titular para la portada del día siguiente sobre la imagen de los galardonados: «Reivindicativos». Tenía que ser una sola palabra, expresiva del resumen del acto. Y era exacta. Pero si hubiera habido espacio para otra, habría encajado con más precisión: «Elegancia reivindicativa». Y es que se habló de enseñanza en libertad (que no es lo mismo que libertad de enseñanza, un concepto pervertido en favor del elitismo subvencionado y del adoctrinamiento significado en pines que estigmatizan la profesionalidad del enseñante). También se habló de la defensa del Mar Menor sin que se esgrimieran dedos acusadores; se expuso la voluntad de preservar este espacio natural desde un compromiso imbatible: ciudadanos frente a las dobleces de las Administraciones, sin señalar a ninguna, y esto en la voz y el gesto de Celia, que enamora por su fortaleza cívica: ¿qué sería de esta Región sin esas plataformas, como la del Pacto por el Mar Menor, tan plurales como combativas, que hacen trizas las imposturas políticas y obligan a los poderes a enfocar la realidad de la gente frente a las elaboradísimas ficciones que ingenian contra ella?

Fue muy certero y emocionante el testimonio del bailarín y coreógrafo Juanjo Arqués, quien lamentó que la Escuela Superior de Arte Dramático de Murcia se esté cayendo a pedazos cuando es la cantera de la actual y nutridísima cuadra de actores y profesionales de la danza que está triunfando en escenarios y pantallas naciones e internacionales. De hecho, varios de los premiados en esta edición de los Importantes proceden de esa casa, así como la mayoría de quienes recibieron el mismo reconocimiento en las anteriores. La Esad, esa máquina de producir grandes intérpretes, es un espacio ruinoso al que para acceder a él hay que pensárselo dos veces por seguridad física. Arqués llamó la atención sobre ese estado de cosas, y lo hizo con la naturalidad de quien se siente concernido e implicado, aunque él ya no esté ahí. Elegantemente reivindicativo, ya digo. Las Administraciones que no escuchen estas voces están en la inopia. Los problemas que dicen atender, generalmente confrontados a las fuerzas políticas electoralmente adversarias, son por lo general ajenos a la realidad de la gente, a la que ignoran, aunque tengan la indecencia de hablar en su nombre.

Una de las características más llamativas de los Importantes es la significación del deporte. La marcha de los equipos de fútbol referenciales de cada capital proyecta un falso manto negativo sobre la salud deportiva de esta Región, que sin embargo se proyecta en campeones nacionales y europeos en las más diversas disciplinas, y muy especialmente en las practicadas por mujeres. Las secciones de este periódico han de luchar cada mes contra las iniciativas de la de Deportes, que inevitablemente siempre aporta un as o un equipo que merece el reconocimiento. También al margen de la impresión general hay un mundo de esforzados deportistas que, sin más apoyo que su empeño y voluntad, destacan en sus parcelas y promueven emociones en quienes los descubren y contemplan aunque no sea necesario participar de sus particulares aficiones.

No hay que decir, por cosa supuesta, que el presidente de la Comunidad, Fernando López Miras, no asistió a la gala de los Importantes. Hay que deducir que tenía un compromiso posteriormente adquirido. Sé que señalar su ausencia cuando hubo tantas presencias constituye una falta de cortesía para cuantos asistieron, a los que no nombro, porque esta no es una crónica social. Pero quiero pensar que también para muchos de éstos fue un alivio. La sociedad real y San Esteban, ya se vio, son la noche y el día.

Pero ¿dónde estaba López Miras? Probablemente dictando una nota de prensa al estilo del alumno a quien han dado un cate: «El maestro me tiene manía». Vengo diciendo que es su toletole infantil. Nada de lo que le afecta, le afecta. Si es por retorno de la gestión del PP anterior a su promoción a dedo, él tocaba la flauta cuando Valcárcel hacía de las suyas. Si es por su persistencia en una política continuista, la culpa de su impericia es de quien se la reprocha. Vean, en síntesis, la originalidad de su reacción ante el hecho de que el Gobierno central haya tenido que intervenirle las cuentas: nos tienen manía, van a por nosotros porque la izquierda odia a la Región de Murcia. Él es la Región de Murcia, como Pujol era Cataluña cuando le venían mal dadas. Nada nuevo bajo el sol. Solo que a López Miras le faltan unos cuantos kilos de carisma para que sea identificado, aparte de por sus palmeros, con la Región de Murcia.

Tenía que ser verdad que el Gobierno central hubiera intervenido las cuentas regionales de López Miras por pura animadversión política. ¿Y? La clave para evitarlo debiera ser no dar lugar a razones. Y las razones, técnicamente, son indiscutibles. Oiga, si no quiere que vengan a rescatarlo, no se lo ponga fácil al Gobierno central. ¿O es que en el fondo es lo que desea para que le saquen los pies del plato mientras le dan la oportunidad de protestar precisamente por esto? Vale: la financiación autonómica es una asignatura pendiente, pero lo es desde el principio de los largos años del Gobierno de Rajoy, y en ese tiempo el PP murciano soportó las hemorroides en silencio. Atención: ahora, gracias al pacto múltiple para la investidura de Pedro Sánchez habrá oportunidad de proceder a la actualización del dinero del Estado para pagar la gestión del PP en Murcia. Habrá que agradecerlo al diputado de Compromís por Valencia Joan Baldoví, empotrado en el partido de Íñigo Errejón, que es quien sometió su imprescindible apoyo a la revisión de la financiación autonómica. Comoquiera que el modelo que exige la Comunidad Valenciana es calcado de lo que interesa a Murcia, López Miras tendrá por fin lo suyo, no por Rajoy, sino por Errejón, lo cual tiene gracia, no me digan que no.

Pero mientras tanto, el Gobierno central va a disponer de información acerca de quién factura al Gobierno regional, cuánto, por qué, y las veces que los distintos proveedores lo hacen (información nada baladí si trascendiera). En este contexto, los Presupuestos de la Comunidad (que hoy se aprueban, mañana no, mañana sí, mientras la Asamblea Regional permanece de vacaciones ¡durante todo el mes de enero! aunque sus diputados cobren el sueldo de cinco obreros, en cómputo del escritor Miguel Espinosa) son papel mojado. «Si quiere la Comunidad recuperar su autonomía financiera tendrá que hacer recortes y subir impuestos», según en ex alto cargo del PP. Otra realidad a la que López Miras no sabrá enfrentarse. Como a la de los verdaderamente Importantes.