El Gobierno acometerá una reforma del Código Penal para rebajar las penas por sedición. Como no se impone este tipo de condena todos los días, tendría supuestamente que referirse a las que impuso el Tribunal Supremo a los golpistas catalanes del 1-O. Pero no se alarmen ni piensen lo peor, la rebaja apenas tiene nada que ver con la amnistía encubierta de Junqueras como los maledicentes se han apresurado a interpretar de manera capciosa y ha sucedido tantas otras veces en relación a Sánchez. «Le estoy diciendo que con Bildu no vamos a pactar. Si quiere lo digo cinco veces o veinte durante la entrevista. Con Bildu, se lo repito, no vamos a pactar». En Navarra, los socialistas ya están pactando los presupuestos con los bilduetarras. Pero no. Esta vez no es así. La rebaja de la pena por sedición, un delito que por la frecuencia con que se comete había que revisar con intrépida urgencia, no tiene nada que ver con los indultos o las amnistías de Junqueras ni el resto de los presos del procés, que podrían volver pronto a la política como si no hubiera pasado nada, tampoco con el prófugo Puigdemont. Ni con la posibilidad de que las condenas del futuro sean menores en el caso de que decidan repetir la jugada como ya han advertido podría volver a suceder si no les conceden la autodeterminación.

La reducción de las oprobiosas y duras penas por sedición se impulsa como un objetivo madrugador de la legislatura por la perentoria necesidad, ha explicado el Gobierno, de homologar el Código Penal al de otros países de la UE. Sencillamente por esa razón. El Govern, sin embargo, no ha tardado en desvelar que la rebaja se debe a sus exigencias y a la reunión que Sánchez va a mantener con Torra para ir abordando la independencia. No me lo creo. Estoy con Pedro Sánchez, que jamás miente.