Un artesano de la madera que coja entre sus expertas manos y cree con sus herramientas (cepillos, formones, gubias, limas y lijas) la estructura salida de la sierra circular, la escuadradora y la 'tupí'.

La última vez que se tuvo que retocar la mesa del Consejo de Ministros, por unas manchas y grietas advertidas por Mariano Rajoy en 2015, se tardó una vida en localizar a un experto capaz de mimar la caoba, el ébano y el boj de que está hecha semejante pieza. Tiene 20 años de antigüedad y costó 36.000 euros, dicen. Por cierto, lo de las grietas fue un mal barniz que se le había aplicado y no un 'poltergeist' de lo que se le avecinaba a Mariano.

Pero como le decía, sí que caben. Ya lo hicieron otros tantos ministros y uno más en 1979 con Adolfo Suárez. Alrededor de una mesa de parecidas dimensiones se llegaron a sentar veinticuatro, aunque, eso sí, cuatro de ellos sin cartera. Lo cual les permitiría estar más juntos.

Otro menester será el localizar los sillones porque a saber en qué dependencia de Moncloa habrán quedado algunos de los que se retiraron hace cuarenta años.

En cualquier caso y como decía el Dúo Sacapuntas, la mesa del Consejo de Ministros estará como la plaza: «Abarrotá».

Dice el presidente que tantos ministerios no obedecen a una jugada política de hacer sitio a los de Unidas Podemos trufando el gabinete de socialistas para que aquellos no se noten tanto. Sánchez sostiene que son necesarios para asumir específicamente las áreas competenciales que antes se solapaban en un solo departamento.

Así, ha desgajado de Sanidad tanto Políticas Sociales como Consumo; Trabajo de Seguridad Social; Universidades de Ciencia, Igualdad de Vicepresidencia primera.

Ya puestos, podría haber desligado Deportes de Cultura, Agricultura de Pesca o Función Pública de Administraciones Territoriales. Aunque mejor no dar ideas, no sea que algún otro partido, mayormente regionalista, también quiera hacerse un hueco en la mesa del Consejo de Ministros.