Por ejemplo, si les ha llegado un vídeo en el que aparecen alumnos de tez morena arrojando libros y vejando a una profesora, poniendo la clase patas arriba, identificándolo con los comportamientos de los denigrados 'menas' (menores extranjeros no acompañados) han de saber que esos incidentes escolares pertenecen a Brasil, aunque se presenten como sucedidos en España. Todo falso. Forma parte de la campaña de demonización desatada injustamente sobre ese colectivo por nuestra extrema derecha. Si han recibido un supuesto documento de un no menos supuesto funcionario del Inem, en el que 'demuestra' que un inmigrante tiene más fácil recibir ayudas oficiales que un ciudadano español, sepan que es un bulo absoluto, una mentira integral. Viene del mismo sector ultra. Si les llega la imagen de un corazón agusanado, con la leyenda de que es el órgano de un niño que compartía juegos con su perro, sepan que es la víscera de un perro, precisamente, y que es un bulo contra los animales de maldad intrínseca. Y así casi todos, por no decir todos.

Se han contrastado más de trescientos embustes que circulan por las redes, un tercio de los cuales van orientados en contra de la emigración, la igualdad y derechos de la mujer, y de otros derechos humanos, con el fin de fomentar una xenofobia manifiesta.

Como lo del Guernika, donde la propaganda fascista de Hitler y Franco achacó la autoría de la masacre precisamente a las víctimas. Según ellos, fue provocado por gudaris y 'rojos' para poder así inculpar a los nacionales 'fascistas' de la matanza indiscriminada propiciada sobre la inocente población civil. Al perder el fascismo europeo la guerra, el embuste no perseveró, pero en la España llamada 'nacional' fue versión obligatoria y oficial durante mucho tiempo, y no la verdad de los hechos reales ante la Historia. Ese fue, quizá, el bulo más canalla y soez del aparato de propaganda franquista a fin de encubrir a la Legión Cóndor de su autoría, y a ellos mismos, por su asentimiento para con la masacre. Pero el manual del sistema göebbelsiano de repetir una mentira hasta que se convierta en verdad, que es el que se usaba, es la misma estrategia utilizada hoy por las fake news o falsas noticias. Y eso lleva implícito un indisimulado intento de maldad añadida.

El paralelismo histórico que existe con la actualidad, en el revival de populismo ultra y asalto al poder por la extrema derecha, resulta más que evidente. Las formas y maneras recuerdan demasiado a aquellos métodos. Son pasmosamente gráficos y parecidos, por no decir idénticos incluso en los objetivos. El hecho de tirar explosivos en los Centros de Acogida de Menores Extranjeros resulta demasiado significativo como para pretender ignorarlo. Las falsedades que sus políticos empiezan a verter en las cámaras y públicamente, tienen un objetivo definido. Las justificaciones más descaradas del franquismo trufadas de mentiras a las que estamos asistiendo van dirigidas a un fin específico, y lo que es peor, a un público igual de específico.

Porque el verdadero problema está en ese público receptivo que escucha lo que quiere escuchar, se lo cree porque le conviene creérselo, y participa de toda esa basura que acepta de buen grado porque le interesa defenderlo. No solo es la gente que los vota, y así los introduce en los órganos de poder, es también el mismo personal que acepta los bulos y los esparce como verdades, convirtiéndose en sus rendidos pregoneros. Esa es, justa y exactamente, la misma banalidad del mal de la que habla Hanna Ahrendt. Ni más, ni menos.