Acaba de conocerse la última actualización del INE sobre la evolución de la población en el último año y, como cabía esperar, el proceso de despoblación de los espacios rurales continúa avanzando. Y además se acrecientan los contrastes. En concreto, la Comunidad Autónoma de Murcia crece en 15.000 habitantes, mientras la comarca del Noroeste es la única que pierde población (104 habitantes).

Estos datos confirman lo que pone de relieve un estudio del geógrafo Víctor Ruiz sobre las cinco comarcas que forman el nodo interprovincial del Sureste -Sierra del Segura (AB), Los Vélez (AL), Huéscar (Gr), Sierra de Segura (J), Noroeste (MU)-: todas pierden población en la última década.

En las últimas semanas, con motivo de la presentación de mi libro Viejos caminos, viejas historias en coloquios y entrevistas, siempre me preguntan por esto que se ha dado en llamar la España vaciada. Y ciertamente, al menos se habla del problema. España se ha convertido en un espacio geográfico polarizado en unas pocas aglomeraciones urbanas conectadas por vías de comunicación de alta capacidad, consumidoras de ingentes cantidades de recursos, productoras de la mayor huella de carbono y generadoras de fuertes impactos sobre el planeta. Además todo apunta a que irá a más. Y eso es un gran problema. El mayor, quizás.

La visualización de esa realidad puede contribuir a contrarrestar el pensamiento único imperante hasta ahora en centros directivos políticos y empresariales, el de la rentabilidad a corto plazo. Las entidades y equipos planificadores han dirigido las inversiones públicas y privadas hacia este modelo de concentración urbana en infraestructuras y en todo tipo de inversiones, entendiéndolo como el único viable económicamente.

Ahora parece que se incorpora el problema del abandono rural a los programas políticos e incluso a los presupuestos públicos. Bueno, al menos aflora un nuevo discurso.

Y si este nuevo discurso aporta algo de esperanza, debería empezar por hacer justicia, por hacer justicia de una vez. El paradigma imperante hasta ahora ha asolado territorios para concentrar recursos en las ciudades. Territorios que nunca fueron compensados. Valga como ejemplo el caso de Nerpio (Albacete). Para este municipio, similar a otros que fueron arruinados por las grandes infraestructuras hidráulicas, la construcción del embalse del Taibilla para abastecer de agua a cientos de miles de habitantes de zonas urbanas de todo el sureste de España, supuso un desgarro del que nunca se ha recuperado. Compensación, cero. Si vas a Nerpio por la única carretera que lo comunica con el próspero Levante verás como en los últimos kilómetros de la parte de Murcia se convierte en sinuoso camino carretero, similar al de los viejos tiempos. Todo un símbolo.

Hacer justicia es revertir el aislamiento. Para ello hacen falta inversiones, por supuesto. Pero también resolver el fárrago de competencias, normativas e intereses provocado por las fronteras autonómicas, provinciales e incluso municipales. A veces la comunicación por carretera entre estas poblaciones serranas depende de tres administraciones distintas, convirtiendo en un imposible legal su mantenimiento.

Véase el caso de Benizar, Otos, Mazuza y Casa Requena, en el municipio de Moratalla (por cierto, el único de la provincia de Murcia que cumple el estándar de 'áreas escasamente pobladas' -SPA-, y que no recibe compensación alguna por ello). Ahí los vecinos están llevando a cabo una interesante, por exportable, 'revolución escéptica'. No votan porque dicen que nadie les hace caso, ¿algo que objetar? Si quieren desmentirlo ahora tienen la oportunidad, atiendan el mandato de la Asamblea Regional de Murcia para una de sus principales demandas, la carretera.

Justicia es también dotar de servicios básicos a los núcleos que aún mantienen población. No hace falta explicarlo, no cierren consultorios médicos, ni colegios, apoyen a los pequeños ayuntamientos, a las pedanías. Eso es lo inmediato. No sean mezquinos en su pensamiento político. Por cierto, me viene a la cabeza una respuesta de Tomás Guitarte de Teruel Existe a un periodista sobre el nacionalismo. Dijo: «Eso es cosa de ricos; nosotros nos conformamos con sobrevivir». Pues tómenselo en serio. Justicia, lo demás son palabras vacías.