El partido de José María Aznar, el que encabeza Pablo Casado, se ha condenado a sí mismo a ser rehén por mucho tiempo de la ultraderecha organizada en Vox. Al fin y al cabo, fue alentado desde FAES. Tanto Ciudadanos como Vox eran la espada de Damocles en la cabeza de Mariano Rajoy. La constitución con pactos de filigrana entre PP y Cs de los gobiernos autonómicos de Andalucía, Madrid, Murcia, y Castilla y León han blanqueado, y le han dado un barniz constitucional al partido de la ultraderecha. Ambos defendieron planteamientos a cuál más de derecha radical en las últimas elecciones generales. Buena parte de los ciudadanos han preferido el original a la copia. Una de las últimas pruebas de lo condicionado que está el PP es el respaldo a la moción presentada por Vox en la Asamblea de Madrid para ilegalizar a todos los partidos regionalistas e independentistas; o sea casi a la mitad de los catalanes y a las tres cuartas partes de los vascos porque defienden propuestas contrarias a sus planteamientos.

Ciudadanos ha sido el derrotado, por su giro estratégico: de la devoción liberal de centro, a la derecha radical nacionalista. Eso le ha costado la carrera política a su presidente Albert Rivera. Y, de momento, a los secretarios de organización y comunicación. Como suele decir un amigo mío: ahora llamas a la sede y nadie coge el teléfono. No hay interlocutor, al menos hasta que redescubran su vocación liberal en el congreso de marzo. Si la recuperan. Ha sido el gran pagano electoral y quién sabe si el gran hipotecado literal. Recordar que el anterior batacazo del PP de los 62 escaños, acarreó el despido de los empleados de Génova y eso que, según Bárcenas, estaba muy pagada desde hacía tiempo.

Ciudadanos se ha quedado con 10 escaños en el Congreso de los Diputados; pero puede evitar que la elección de Sánchez dependa de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). Sigue teniendo un papel absolutamente decisivo en los parlamentos autonómicos de Andalucía, Madrid, Murcia y Castilla y León; en ayuntamientos como el de Madrid; y diputaciones como la nuestra en Alicante. En estas instituciones es el fiel de la balanza. Aún puede inclinar el gobierno a izquierda o derecha. En las elecciones locales y autonómicas Cs todavía era de centro liberal. Difícilmente alguien podrá hacerse con los mandos de la formación política antes del próximo verano. En mi opinión la estrategia inteligente sería volver a su vocación de centro liberal como han insinuado en algunas declaraciones los vicepresidentes de Andalucía y Castilla y León. Y como hizo Manuel Valls en el Ayuntamiento de Barcelona para que no gobernara ERC. Si no recuperan su vocación, se verán en la obligación de votar propuestas de Vox más de una vez.

No hay con quien hablar del famoso pacto de «los partidos constitucionalistas» que tanto defendió Rivera, y también Pablo Casado, durante la campaña. Era la propuesta de Núñez Feijóo, el presidente gallego, incluso de su portavoz, Álvarez de Toledo; y del que fuera diputado por Alicante, José Manuel García-Margallo. Las propuestas en el Comité Ejecutivo popular llegaron tarde. El secretario general García Egea, el mismo domingo 10, ya exigió, como condición indispensable para pactar, el relevo de Sánchez como candidato a la Presidencia y en la dirección del PSOE. Lamentablemente para la derecha, el PSOE y Unidas Podemos se adelantaron en su acuerdo de gobierno a la dirección popular. A Pablo Casado le quedaron las declaraciones testimoniales de que, si el acuerdo entre Sánchez e Iglesias no va bien, «aquí estará el PP con los españoles que sabrán que aquí hay una alternativa alejada de los extremismos y del independentismo». Y para bendecir la estrategia, el propio expresidente Aznar ha repetido que la salida ideal es el pacto de los «constitucionalistas», previa dimisión de Sánchez. Vox pone condiciones y medidas en comunidades autónomas y ayuntamientos que las derechas hasta ahora no se atreven a rechazar. Lo vamos a ver en la elección de la Mesa del Congreso en diciembre. Vox ya ha advertido que, si se queda fuera de la mesa, si el PP no le apoya «lo esperan a la vuelta de la esquina». Tal cual lo han dicho. No parece exagerado advertir que el gobierno de los populares en muchas instituciones está y estará condicionado por los votos de Vox, también Ciudadanos. Es la obligación, nada liberal, que les impone.