Se acerca el 3 de diciembre, día fijado para la sesión de investidura de Pedro Sánchez. Si recuerdan, hace unos meses fuimos testigos de la negociación para formar Gobierno, reparto de carteras ministeriales, recaditos por twitter y demás despropósitos haciendo un poco el ridículo, dicho sea de paso. Sin embargo ahora nos estamos enterando de poco.

No sé si Iván Redondo es un genio o un inútil, pero ahora se inclina por conversaciones y acercamientos con los posibles socios para conseguir apoyos de manera discreta, mientras estallan las redes sociales y los medios ante la sentencia de los ERE. Ni Torra, ni Tsunami Democratic, ni la estampida del núcleo duro de Rivera de Ciudadanos importan, es Ábalos quien atrae todos los focos al enterarse de los seis años de cárcel para Griñán y los nueve de inhabilitación para Chaves. Debió decir a sus colaboradores: «Sujetadme el cubata». Y en rueda de prensa se desmarcaba: «No es un caso del PSOE». O Susana Díaz días después refiriéndose a Griñán y Chaves: «Pepe y Manolo ya no están en la vida pública ni pertenecen al PSOE».

«La autocrítica en política, esa gran desconocida», escribía en twitter al observar la manera en que el Partido Socialista gestionaba la noticia. Sólo tenemos que echar la vista atrás para recordar cómo cayó Mariano Rajoy y con él su Gobierno, por algo tan sencillo, ante la sentencia de la Gürtel, como no dar un paso al frente y asumir la evidencia de lo sucedido en el PP durante años. ha pasado algo parecido y el PSOE no ha sido capaz de hacer autocrítica y admitir las corruptelas de su Gobierno autonómico. ¿Casualidad?

Qué manera de entender la política han tenido los dos principales partidos de este país: redes clientelares, mordidas, contratos a dedo, clubes de alterne, farlopa, trajes, sobres, espías, cajas. ¡Qué maravilla! España, qué bizarra eres. Y lo peor de todo es que lo tenemos tan interiorizado que, según hacia donde nos inclinemos políticamente, valoramos al PP o al PSOE de manera distinta. No se engañen; es corrupción en ambos casos y punto.

Me cabrea ver que el personal se pone a contar los millones comparando a unos y otros, mientras cada partido utiliza la ley del embudo: lo ancho para mí y lo estrecho para ti. Qué cinismo, todos echando balones fuera, eludiendo responsabilidades con absoluto descaro mientras seguimos tragando y esperando que de una vez por todas se pongan a trabajar para sacar este país adelante. Qué quieren que les diga, lo mínimo que deberían hacer es dar la cara ante los ciudadanos y asumir lo sucedido tanto en el PP como en el PSOE, ese sí que sería el comienzo de una verdadera regeneración política.

Mientras esperamos a que se pongan de acuerdo para formar Gobierno, parece que llega el apocalipsis con el pre acuerdo de PSOE y Unidas Podemos. Según dicen los gurús tengo que hacer acopio de víveres, comprarme un chándal a lo Maduro y prepararme para cartillas de racionamiento porque llegan los rojos. ¡Y nos lo queríamos perder...!

La Conferencia episcopal, la CEOE, Aznar, González o Mendoza son como decían en El Intermedio, «los superhéroes en defensa de la Transición», que aprietan el esfínter ante la pérdida de privilegios o ayudas ‘obscenas’ que, espero, a partir de la formación de un Gobierno progresista sean destinadas a mejorar y agilizar las ayudas a la dependencia o subir las pensiones de nuestros mayores.

Y, mientras, los señores de verde siguen sacando lo peor de mí al negarse a apoyar la declaración institucional de Unicef sobre el Día Mundial del Niño en la Asamblea de la Región de Murcia o de la violencia de género en la Comunidad de Madrid. Por desgracia, vendrán más gestos tan repugnantes como este que lejos de unirnos ante la defensa de los derechos fundamentales de todos, nos aleja y divide generando una crispación social que es lo que quieren; dividir para vencer. Pero no se lo vamos a poner fácil, tenemos que seguir saliendo a la calle a defender la libertad, el sentido común y los valores de una sociedad sana como la nuestra ante el sectarismo de una extrema derecha que ha sido blanqueada por la derecha que los necesita, siendo un mal necesario para seguir gobernando.

Con este panorama sólo quedaba seguir haciendo números y contar los apoyos para formar Gobierno, pero de repente el PP sale a la palestra apostando por una gran coalición dejando fuera a Podemos y, entiéndanme, si esta jugada hace que me estalle la cabeza después de lo que García Egea o Casado han dicho en contra de Pedro Sánchez durante estos meses atrás, y ojo que el presidente en funciones y sus compañeros de viaje no me entusiasman, pero ante lo malo conocido, discúlpenme si quiero apostar por lo bueno por conocer o al menos intentarlo.

La gran coalición... suena a película de Steve McQueen, pero no. Es más bien Una serie de catastróficas desdichas, con un partido popular en plena pataleta al no llegar a los cien diputados y no recibir la llamada de Pedro; un Ciudadanos que parece estar en el Titanic y sólo queda la orquesta por bajar del barco, dejando el proyecto sin líder y con mucho por recomponer en poco tiempo, mientras en Vox van tan sobraos que no necesitan apoyar a nadie y siguen su reconquista, que sinceramente espero que acabe cuanto antes aunque aquí se haya adelantado la Lotería y nos haya tocado el premio gordo, al primer gran feudo de hombres fetén.

Vienen días en los que Ferreras y Pastor van a hacer más horas que los pilotos de Le Mans; en Twitter preparan las piedras para la lapidación, y los tertulianos están calentando por la banda haciendo cábalas de posibles acuerdos de Gobierno. Todo este cóctel mientras nos preparamos para el encendido de la Navidad esta noche en las principales ciudades de nuestro país. Deseando ver la que ha liado Abel Caballero, con permiso de Ballesta.